Personalmente pienso que existe, más allá de las más altas montañas del mundo; un lugar para aquellos que no tienen el suyo en esta etapa del camino.
Un lugar donde cada historia de Cenicienta se realiza, donde Wendy deposita los años que corren por su viejo cuerpo y el principito alcanza su rosa... Un lugar en el que puedan vivir más adelante todos los que ahora son llamados desgraciados (pese a tener el aprecio a las cosas más importantes y vitales); los que malviven en una cárcel sin rejas: como un seco desierto o un lugar en guerra. Un lugar donde cada historia pasa a la historia como una fotografía: un beso, como el que retrató Doisneau; una mirada, como la que inmortalizó McCurry o cualquier retrato de alguna persona especial (una al azar), como los que realizó Arnold Newman.
Un paraíso para que corran los que en esta vida no pueden andar, para los que buscan su paraíso en la barca de Caronte, para que las miradas sirvan (de verdad) como las palabras, para que el discapacitado sea el que ve y no quiere hacerlo, y no el que está ciego porque así lo quiso la madre natura.
El lugar en el que descansan los duendes y se ponen guapas las musas. Allá donde el héroe es aquel que se levanta cuando el sol aún duerme y se acuesta cuando la luna lleva un rato ya despierta. Allí donde es él un héroe, y no el forzudo que siempre rescata a la princesa y a la población sin apenas inmutarse.
Personalmente pienso que existe en algún lugar, pero algo siempre me hace saltar de la cama.
Un lugar donde cada historia de Cenicienta se realiza, donde Wendy deposita los años que corren por su viejo cuerpo y el principito alcanza su rosa... Un lugar en el que puedan vivir más adelante todos los que ahora son llamados desgraciados (pese a tener el aprecio a las cosas más importantes y vitales); los que malviven en una cárcel sin rejas: como un seco desierto o un lugar en guerra. Un lugar donde cada historia pasa a la historia como una fotografía: un beso, como el que retrató Doisneau; una mirada, como la que inmortalizó McCurry o cualquier retrato de alguna persona especial (una al azar), como los que realizó Arnold Newman.
Un paraíso para que corran los que en esta vida no pueden andar, para los que buscan su paraíso en la barca de Caronte, para que las miradas sirvan (de verdad) como las palabras, para que el discapacitado sea el que ve y no quiere hacerlo, y no el que está ciego porque así lo quiso la madre natura.
El lugar en el que descansan los duendes y se ponen guapas las musas. Allá donde el héroe es aquel que se levanta cuando el sol aún duerme y se acuesta cuando la luna lleva un rato ya despierta. Allí donde es él un héroe, y no el forzudo que siempre rescata a la princesa y a la población sin apenas inmutarse.
Personalmente pienso que existe en algún lugar, pero algo siempre me hace saltar de la cama.
1 comentario:
Pues claro que existe un lugar así.
Lo que pasa esque hay que buscarlo.
Y cuando lo encuentré seré tan feliz tan feliz.
Que me saldrán arrugas pronto, de tanto sonreir.
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