viernes, 29 de agosto de 2008

Autoretrato de mi oculto yo

Ante un cristal que devuelve reflejo y que no existe a la vez. Enmarcado en un autoretrato cubista que perfectamente podría haber sido dibujado por algún pintor fracasado de hace unos 60 años, más o menos. Sorprendido en lo profundo de mis pensamientos, cuando me descubro a mi mismo con la mirada perdida, pensando en vano, sin nada que pensar. Buscando en mi cuarto incesantemente una puerta en un armario. Una abertura oculta entre mis ropas que me transporte a algún mundo mejor, en el que existan faunos, sátiros -que interesantes seres- o Megaras convertidas en princesas de una noche, o dos...
Me sorprendo, decía, pensando con la mente de un niño y actuando, a veces, con las ideas de un bombero -no le busquéis respuestas, ya he dicho que era sorprendente. Siempre con un bolígrafo en la mano, y si no en el bolsillo, para que me ayude a describir momentos, encuadrados bajo el marco natural que me ofrece mi ventana, sea cual sea en la que apoyo mis brazos en ese momento. Eso no tiene importancia ahora.
Encarando la relación que mantengo con aquella mujer -a veces arpía- a la que llaman vida. Y haciéndolo con energía y altibajos; con filosofía, según dicen algunos -aunque nunca entendí qué significa exactamente eso-, y tratando de basar mis visiones en los pequeños matices que los días toman, y no en lo rutinario de estos, que es lo más visible. Optimista, soñador, rastreo cuentos que guardar bajo la manga. Así aguardo la llegada de algo, de alguien, de qué...

miércoles, 27 de agosto de 2008

Mensajes en la madrugada

Había dormido toda la noche con una amplia sonrisa: soñaba con ella, aunque no le ponía cara. La conocía perfectamente, pero a la vez desconocía por completo su identidad. Algo así como una princesa de los sueños, misteriosa. Vueltas en su colchón, en su fantasía se convertían en vueltas junto a su cuerpo. Besó cada rescoldo de piel que descubría su vestido de anchas rayas rojas y negras. Nunca mejor dicho, ella era la mujer de sus sueños; la desconocida dama onírica que tras la sugerente conversación le había amado como nadie antes lo hizo.
Algo le despertó en la oscuridad de la madrugada: su móvil sonaba y cuando leyó su nombre en la pantalla reconoció allí a la desconocida amante del sueño. ¿Cómo no habré caído antes? -murmuró. La llamada se esfumó rápido, ni siquiera dio tiempo a que sonasen los primeros acordes de la canción que avisaba de ella; era una de esas a las que llaman perdidas. Contestó.
Tras un par de minutos sonó el aviso de mensaje recibido. Seguro que era ella, y eso le hizo sonreír aún más intensamente. Lo abrió impaciente y leyó: ¿Quién eres? Mil jarros de agua congelada cayeron sobre su cuerpo, aún ebrio de su perfume. A la mierda con todo -pensó e intentó volver a su quimera...

martes, 26 de agosto de 2008

Trazos negros de tinta china

De todas las artes existentes, no sé con exactitud cuántas dominaba; pero sé con certeza que dominaba, al menos una, el dibujo. Sentada en un banco, bajo la sombra triste de un árbol que pasa calor, y con una carpeta sobre sus piernas; dibujaba lo que parecía desde mi posición un cantante de música negra. El formato era un folio, el estilo: blanco y negro, el material: un bolígrafo que lloraba trazos negros de tinta china.
Trazos perfectos, medidos, ¿cual sería su secreto? ¿Por qué yo no tenía el don de dibujar, que tanto admiraba desde pequeño? Seguía mirando su cantante, que ya tomaba forma de humano, con relieves y arrugas, incluso con emociones. No levantó la vista ni una sola vez, no se percató de cuanta gente la miraba al pasar a su lado; ella continuaba con sus ojos clavados sobre el blanco del folio, que ya estaba empezando a padecer en escala de grises.
Entonces, mientras miraba como dibujaba, me fijé en algo. Su forma de coger el boligrafo era exactamente igual que la mía; lo cogía entre el dedo corazón y el pulgar, recostado, en un abrazo, sobre el anular, y con el índice ejerciendo una débil presión que evitaba que cayese al suelo. Me llamó muchísimo la atención, siempre me habían dicho que coger el lapiz así estaba mal, que tenía que aprender a hacerlo bien. Un escritor no se podía permitir agarrar su pluma de la forma equivocada. Pero nunca entendí por qué, si mi caligrafía no era mala, era bastante legible...
Un par de veces alzó la cabeza, impasible ante mi mirada, y continuó con su creciente obra de arte, la cual quizás no saliese de su carpeta después de que la terminase. Sin más, cuando llegó su hora, volvió a levantar la cabeza, mirandome otra vez, justo antes de mirar a su reloj, que asistía a la situación con celos de que no le hubiese mirado alguna otra vez antes. Al mirarle, éste le reveló algo que la hizo levantarse y recoger todo, para marcharse a su destino, cruzando la carretera.
Tras este episodio, y tras ver como se perfilaba su dibujo, sólo acerté a pensar la facilidad con la que algo puede cobrar interés. Como dijo Flaubert, basta con mirar algo con atención para encontrarlo interesante. A mi me acababa de inspirar un texto la forma de coger el lapiz de aquella artista en proyección...

lunes, 25 de agosto de 2008

Descubriendo Nunca Jamás, de Marc Forster

Cuando terminé de ver esta maravillosa película, no pude casi articular palabra sobre ella. ¡Qué preciosidad de historia! Todo comienza cuando James Barrie (Johnny Depp) triunfa entre la alta sociedad con su última obra de teatro. No obstante, no quiere seguir escribiendo siempre sobre lo mismo y caer en la rutina, para ser un escritor más. Así, decide buscar la inspiración para hacer algo diferente.
Encontrará a ésta una tarde, mientras pasea por el parque con su san bernardo Porthos; y adquirirá forma de una madre con sus cuatro hijos, los Llewellyn Davies. Barrie comienza a entablar amistad con la madre de los niños, Sylvia, interpretada por una soberbia y bellísima Kate Winslet, y con los cuatro pequeños. De esta forma, empezará a crear mundos imaginarios junto a ellos, en los que conseguirá que estos se evadan, e incluso escapar de su propia realidad. Esta situación no será aprobada por la abuela de los niños (Julie Christie), y supondrá un aderezo a la mala relación del dramaturgo con su mujer, caracterizada por la actriz Radha Mitchell, en un papel bastante bueno.
Así, de esta relación de amistad entre la familia Davies y el escritor, surgirá poco a poco su obra maestra: Peter Pan. Mezclando realidad y fantasía a grandes dosis, llegará el revés definitivo, que hará a los personajes aprender a vivir la realidad y a sobreponerse a los problemas.
Lo más destacado de la película, para mi, son los planos en los que la fantasía se mezcla con la realidad de la familia; y la mejor escena, sin duda, incluso diría que una de las mejores que he visto en los últimos tiempos: la escena en la que Sylvia entrará en el particular Nunca Jamás que le muestra Barrie.
Emotiva, tierna y desgarradora; Marc Forster consigue dar un giro más a la historia de Peter Pan, gracias a otra interpretación magistral de Johnny Depp, junto a Kate Winslet y Dustin Hoffman, en el papel de productor de Barrie. Además, sobresaliente actuación del niño que interpreta a Peter, uno de los niños Davies (Freddie Highmore). Una historia maravillosa, que merece la pena ver, al menos una vez.

El cuento de Sirena, de Gonzalo Torrente Ballester

El cuento de Sirena, de Torrente Ballester, resucita una leyenda milenaria ocurrida en las costas de Galicia allá por el año mil. Paseaba tranquilamente por el cabo Finisterre un caballero, de la estirpe de los Mariño; cuando cayó al agua y estuvo apunto de perder la vida a causa del peso de la armadura y la espada. No fue así, gracias a la aparición de una sirena, que le rescató de la muerte, que vino a buscarle en forma de mar. La sirena, al salvarle, quedó profundamente enamorada del caballero y se lo llevó a la mar, para que fuese su amante. El marinero pidió después a Sirena que le dejase marchar con su familia. Sirena accedió, pero con una condición: ella se llevará un hombre de cada generación, y se sabrá desde su nacimiento, pues tendrá los ojos azules.
Así, después del paso del tiempo, los descendientes de la familia Mariño, siguen creyendo, algunos, la leyenda de Sirena. La historia gira en torno a Alfonso, uno de los hombres de la familia, con ojos azules.
La historia es muy buena y el estilo narrativo es muy cautivador, sobre todo en algunos puntos del libro, como el momento en el que el autor describe el canto de la sirena cada vez que acudía al pueblo a por su amante; o la descripción de la casa de Alfonso en Cuenca, perfecta, que hace imaginarse a la perfección el marco en el que se encuentra el autor.
Concluyendo, diré que es un relato breve, 94 páginas, que se lee en un rato (yo me lo leí en tres); y terminaré diciendo que si te gustan las leyendas la leas, seguramente no te defraude.

domingo, 24 de agosto de 2008

La víspera de San Bartolomé

España está repleta de leyendas, sólo hay que querer encontrarlas. La fiesta de San Bartolomé tiene lugar el día 24 de Agosto. Este santo se representa junto a un diablo que va atado a su cadena, mientras él arrastra de su cuerpo, mostrando así su superioridad. San Bartolomé es patrón de muchas villas españolas, en los que se celebra su festividad, entre ellas Sepúlveda, en Segovia.
De este modo, en Sepúlveda existe una parroquía dedicada a este beato, que alberga una imagen del santo junto al diablo, en eterna prisión, atado y sostenido por él. Debo decir antes de contaros lo que os voy a contar que el lugar es precioso y que es uno de los pueblos con más magia de nuestra geografía.


Iglesia de San Bartolomé, que alberga la imagen. Sepúlveda (Segovia)
Autor: Yo (http://www.flickr.com/photos/le_txetxu/)

Cuenta así la leyenda, que la noche de la víspera de la festividad, el 23 de Agosto, el diablo que el santo mantiene atado el resto de los días, se escapa de su cautiverio y corre por las calles de alrededor de la iglesia, atormentando a todo aquel que se cruza en su camino.
Cuestas, caminos, escaleras, incluso la cruz que se levanta al lado del templo; observan cada año al diablo correr, rozando su piel empedrada y con cientos de años en sus grietas. Leyendas, diréis algunos, los más reacios a creer este tipo de historias. Puede ser, yo sólo os puedo decir al respecto que ayer estuve en ese lugar, coincidiendo sin proponérmelo con la noche de la que os hablo. Pese a no poder ver la estatua, os diré que el ambiente que se respiraba albergaba esa magia y ese ambiente de cuando algo especial va a ocurrir cerca.


Calle del diablillo, en los alrededores del templo. Sepúlveda (Segovia)
Autor: Yo (http://www.flickr.com/photos/le_txetxu/)

sábado, 23 de agosto de 2008

Réquiem por un sueño, por Darren Aronofsky

Una de mis películas favoritas, surrealista donde las haya, y a la vez cargada de la más cruda realidad. Réquiem por un sueño nos muestra la facilidad con la que se puede llegar a ser feliz, a la vez que nos detalla la misma facilidad con la que esta felicidad pasa a un segundo plano, llegando incluso a perderse.
La película entremezcla dos historias: la de Sara Goldfar, interpretada por Ellen Burstyn; que alentada por la posibilidad de participar en un concurso de televisión se obsesiona con la idea de perder unos kilos; y la de su hijo Harry (Jared Leto), un joven que busca el dinero fácil de las drogas para sobrevivir en su barrio de Brooklyn. Además de Harry, se involucran en esta historia su mejor amigo, Tyrone, interpretado por Marlon Wayans en uno de los pocos papeles serios de su carrera; y su novia Marion, interpretada por una joven Jennifer Connelly, que cuaja un buen papel. Esta es la línea argumental del film, en el que se observa la degradación del grupo de jovenes al empezar a creer que nada puede derribar su triunfante carrera.
Planos diferentes a lo que se ajusta al "cine clásico" y escenas surrealistas que logran meter al espectador en la historia y llegar a empatizar con las sensaciones de los personajes. Todo ello aderezado con una espectacular banda sonora, que encaja a la perfección con cada escena de la cinta; y que hace sentir todavía más las sensaciones de los personajes. Un drama muy duro que muestra lo peor de la ambición del ser humano de una forma impecable. Si tienen oportunidad, pierdan una hora y media de su vida en verla. No les defraudará.

jueves, 21 de agosto de 2008

Niños de tiza, de David Torres

Cuando me hablaron de este libro me entraron ganas de leerlo, pero no lo empecé. Al tiempo, llegó a mis manos y empecé su lectura, atraído por su argumento, las buenas palabras de alguno de mis amigos y los premios que le avalaban. No me decepcionó, en absoluto. El libro es genial, y se debería de tener muy en cuenta a su autor en el futuro, como ya dijo mi compañero y amigo Loren en su cuaderno.
La novela en cuestión narra la vuelta de Roberto al barrio en el que transcurrió su infancia: San Blas. Al llegar, descubrirá que nada sigue igual y todo ha cambiado: sus amistades, las calles, los colegios, los juegos... absolutamente todo es distinto de entonces. Nada más llegar, un turbio asunto regresará a su mente de niño: su amiga Gema, paralítica, que apareció ahogada en la piscina municipal, y a la que todos apodaban: la sirena, por su habilidad en la natación, pese a su problema. Otro de los recuerdos que invadirán su mente es un amor imposible: Lola.
Con esta receta, la novela transcurrirá entre las calles del popular barrio madrileño; en las cuales tendrán lugar los misterios y aventuras, intercaladas con las anécdotas e historias de la infancia. Con un estilo narrativo impecable, unas metáforas geniales y un argumento muy atractivo, David Torres mantiene al lector con los cinco sentidos sobre el papel de principio a fin, en una lectura más que satisfactoria.
Un libro emocionante y a la vez duro, pero que conseguirá arrancarnos emoción en cada parrafo; y cariño en cada historia de la infancia de los personajes, que perfectamente podrían ser contadas por mi padre, ya que la historia se ambienta en los años de la transición. ¿Me preguntan si la recomiendo? La respuesta es positiva, a ojos cerrados.

miércoles, 20 de agosto de 2008

La chica de los ojos de caleidoscopio

Desde sus ojos veía el mundo de otra manera, era diferente. A los ojos de la gente era feliz, y a los suyos, también lo parecía disimular. Digo que lo aparentaba, porque a la vista elemental de los demás es fácil hacerlo, basta con una sonrisa o con unas burdas palabras tranquilizadoras. Sin embargo, aunque la felicidad reine en el territorio que ostenta una persona, siempre existen preocupaciones y momentos bajos de moral. Ella también los tenía. Aunque, hasta de esos momentos sacaba algo en positivo. Ahí residía su virtud.
Uno de esos instantes en los que su mente jugaba malas pasadas ocurría por las noches. Conversaba, a veces, con su pasado en el crepúsculo; donde las golondrinas ya no cantan, sino que alarman de la posible recaída en los errores de antaño. Uno de esos errores, no era más que un príncipe que destiñó y dejó de ser azul, con el que había pasado muy buenos momentos, y al que ahora recordaba con un sabor agridulce en sus labios. Un sabor a amarga miel, que le quedó de los besos que algún día llenaron de felicidad su cuerpo, y de brillo sus ojos alegres.
Pero eso ahora no importaba, su vida había seguido sin necesidad de atender al pretérito, más que alguna vez; y caminaba de la mano con sus sueños, los que el día que él se marchó, creyó perdidos. Aún sabiendo el peligro que corre, continúa viviendo su primavera, con el mismo miedo que entonces a que se la roben, pero con más ganas que antes, consciente de este riesgo. Además, ahora ha aprendido a contemplar el paso del tiempo desde diferentes perspectivas, gracias a sus preciosos ojos de caleidoscopio.

martes, 19 de agosto de 2008

Dialogo al atardecer

Una noche estaba viendo la tele y me sorprendió un dialogo en una serie, no me acuerdo cual era. Lo apunté corriendo, es este:

- ¿Qué prefieres, atardeceres o amaneceres?

- Atardeceres, pero si he pasado un buen día, ¿y tú?

- Yo amaneceres, aunque depende de con quien haya pasado la noche.

- ¿Sabes qué estamos desperdiciando un paisaje precioso? No se puede estar en una azotea, con este atardecer y con una chica; y no besarla.

- Pues besame...

domingo, 17 de agosto de 2008

El marinero canadiense

Corría el año 1937 cuando decidió alistarse voluntario. Para muchos aquello no tenía nada que ver con él; pero su sentir iba más allá de eso, y marchó desde Canadá a España: a la primera linea de fuego, junto a las Brigadas Internacionales. No tuvo valor para decirle a su madre que se iba a luchar, y la contó que iba a tomarse unas vacaciones. Su padre se llenó de orgullo al saberlo. Se abrazaron y marchó sin mirar hacia atrás.
Cuando terminó la guerra, volvió a su trabajo como marinero. Los horrores de la guerra habían hecho mella en su moral, pero debía continuar su vida. Diez años después de alistarse como brigadista, el destino quiso que su barco hiciese una escala de una noche en Barcelona. Tomó en consideración bajar y dar un paseo antes de cenar. Caminó por las calles, admirando la gran ciudad de Gaudí; hasta que de pronto quedó paralizado mirando a un limpiabotas, que trabajaba en la calle. Se sentó en su taburete, y cuando se miraron a la cara, ambos se reconocieron al instante. ¡Era su antiguo oficial! No podían gritar, ni decir nada. Así, el antiguo oficial le paso a escondidas un papel, en el que se encontraban escritas, con una letra que vibraba por los nervios, unas señas.
Cuando el canadiense llegó al lugar que le marcaba el arrugado papel, descubrió a 10 antiguos brigadistas, que habían combatido junto a él; que le esperaban ansiosos de abrazarle. No cabía en sí de emoción, y aún 70 años después, no podía evitar que sus lágrimas corriesen por las mejillas al recordar aquella noche; como le abrazaban y besaban sus amigos brigadistas.

Este texto está inspirado en el artículo "Una guerra no tan lejana de Canadá", publicado en El País el 27 de julio de 2008.

sábado, 16 de agosto de 2008

Soldados de Salamina, de David Trueba

La verdad es que me parece un tanto injusto hablar de esta película sin haber escrito antes sobre el libro, de Javier Cercas. Pero bueno, me consolaré pensando que esta es de las pocas cintas que se asemejan a su novela. (Lluis Bonet. La Vanguardia: Logra el reto de verter en imágenes la novela).
Una novelista que ha desistido de su carrera como escritora decide investigar un caso de los últimos días de la guerra civil. El escritor falangista Rafael Sánchez Mazas fue fusilado en una zona boscosa, junto a un pelotón de franquistas, pero logró huir y refugiarse entre los árboles del bosque. Un soldado de los que buscaban a los dos huídos le vio, pero, tras mirarle fijamente durante unos segundos, le dejó escapar y dijo a sus superiores que por su zona no había nadie.
La periodista que protagoniza el film, interpretada por Ariadna Gil, a mi juicio siempre eficaz; intenta averiguar el porqué de esa concesión del miliciano (Alberto Ferreira) a Sánchez Mazas, y la idéntidad de éste, que no se llegó a averiguar. Así, empieza a investigar y consigue hablar con los compañeros del poeta falangista, los llamados "amigos del bosque", que le ocultaron en sus casas, y le ayudaron en su huída. Además de estos, también se pone en contacto con otro gran número de personas que vivieron la historia o conocieron a alguno de sus protagonistas.
La factura de la película es magnífica, con algunas escenas increíbles en el apartado gráfico, como lo son todas las que hacen alusión a la historia antigua; destacando entre ellas la escena del miliciano cantando bajo la lluvia. Además del apartado gráfico, destacaría dos cosas de la película: la escena en la que la periodista lee la historia de Antonio Machado, y la genial interpretación de la guapísima María Botto, en el personaje de Conchi, la amiga de Lola, la protagonista. Esta actriz es genial, como ya demostró en películas como Silencio Roto, por ejemplo.
Para concluir, dejaré la frase que escribió Carlos Boyero, crítico de cine: "Una película admirable que en la parte final me coloca un nudo en la garganta". Si tenéis la oportunidad de verla, hacedlo, sobre todo si conocéis la historia.

viernes, 15 de agosto de 2008

Los aliados de la lluvia

La noche era perfecta. En pleno Agosto y no había atisbo de calor. Una brisa soplaba alegremente y rozaba su piel desnuda, tumbada en el colchón sin sabanas. La ventana estaba abierta, y las luces de los coches dibujaban contornos que hacían surcos en la pared de su habitación. En la calle no caminaban ni siquiera las almas de la noche, la carretera estaba más vacía que nunca, y la hilera de coches aparcados era ahora lo que nunca: seis cajoneras en las que no había nada más que asfalto. Había estado leyendo hasta bien entrada la madrugada. Adoraba la sensación de acostarse después de leer algún fragmento de una buena novela. ¡Qué lujo! -pensaba mientras la brisa seguía acariciando su cara, en la madrugada.
De repente, cuando parecía que nada podría ir mejor; el aire le transportó un intenso olor a humedad, a lluvia. Su amiga estaba de vuelta, y esa era su llamada. Como si de una llamada perdida se tratase, le enviaba su aviso de llegada a través de su agradable aroma. ¡Cuánto tiempo había pasado sin que le rozase las mejillas! Le encantaba ese olor, salió a la ventana y observó las calles desiertas, dejándose mimar por el viento. Las gotas empezaron a caer sobre el alfeízar de su ventana, rozándole las yemas de los dedos abiertos. Más tarde, él disfrutó escribiendo aquel momento tan efímero.
Esa fue la señal. Aquella noche de verano se volvieron a reunir, tras la llamada. Retornó aquel Agosto El club de los aliados de la lluvia.

jueves, 14 de agosto de 2008

Pregúntale al río

Los dos amigos habían tenido que separarse días atrás. Cada uno había dirigido sus pies hacia una meta distinta, y ahora él estaba sentado junto al río, que mojaba sus pies cansados de caminar solo. Acercó su cara para mirar su reflejo en el agua, aunque realmente no sabía si de verdad quería verse o no.
Entonces, un pensamiento invadió su mente, como si de un regalo inesperado se tratase. Si le pregunto al río cómo está mi amigo, quizás él transporte mi duda hasta que pase cerca de él y pueda recibirla. Para eso lleva siempre el mismo agua, pasé por donde pasé -pensó, mientras una sonrisa de aprobación surcaba su cara. Y así lo hizo, se arrodilló junto al río, con lo que terminó de atisbar su reflejo en el agua cristalina que transportaba; y preguntó: ¿Qué es de mi amigo, anda su camino correctamente? ¿Se acordará de mi?
Sin fé y sin esperar respuesta, se levantó y prosiguió su camino. No pensaba que su idea funcionase, al fin y al cabo, nada de lo que se le había ocurrido últimamente había tenido sentido. Cogió sus cosas, se las echó a la espalda y, con el cuerpo cansado de caminar sin rumbo fijo, emprendió de nuevo su marcha.
Pasaron días, y en una de sus paradas en la ribera del río; un sonido le despertó de un letargo inexistente que le invadía en forma de somnolencia. Al principio no diferenció el ruido. Serán pajaros o algún animal -pensó. Pero, tras un par de minutos; consiguió diferenciar el intento que hacía el río por hablarle. Acercó su cara, para escuchar mejor, y simplemente escuchó: Si, si.

Siddharta, de Hermann Hesse

Los caminos son largos, sobre todo aquel que conduce al hombre a conocerse a sí mismo. Esta senda es la que relata la novela Siddharta, del premio Nobel Hermann Hesse. Siddharta, hijo de un brahman, decide emprender el camino hacia su propio conocimiento junto a su amigo de la infancia, Govinda. Entre los dos deciden ir a vivir con los samanas del bosque y abandonan a sus familias. Tras convivir con ellos decidirán ir a conocer al sabio Buda, con el que Govinda se quedará, atrapado por su doctrina y su filosofía.
Siddharta seguirá su camino en solitario y conocerá a muchas más personas. Los dos personajes más interesantes y que más influirán en su vida son: Kamala y, posteriormente, el barquero Vasudeva. De sus encuentros con ambos personajes surgirán a mi juicio los dos mejores pasajes de la novela de Hesse.
Me gustó de esta novela la armonía que genera la descripción del ambiente que realiza el autor, por ejemplo, cuando el barquero enseña a Siddharta a conversar con el río y escuchar las respuestas que éste ofrece a sus inquietudes. Muy bello y místico. También destacaría la cercanía que existe entre Buda, tan perfecto y persuasivo; y Vasudeva, un sencillo barquero, que es igualmente un sabio, aunque nadie le de importancia.
En conclusión, Siddharta es una lectura muy buena y aconsejable, ya que te hace pensar cuando terminas la última palabra de cada capítulo. No son pocos los libros que se asemejan a este, colocando entre ellos por ejemplo: El Alquimista, de Paulo Coelho. Si quieren mi opinión más directa, lo recomiendo.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Frida, de Julie Taymor

"Pies, ¿para qué os quiero?, si tengo alas para volar..." Quizás sea la frase más conocida de la pintora mexicana Frida Kahlo, de la que Julie Taymor decidió ofrecer una gran versión cinematográfica. Cuando una vida se escribe con el dolor y el sufrimiento, no queda otra opción que degustarla con alegría, para no terminar por volverse loco. Y eso es lo que hizo Frida Kahlo, que tras sufrir una enfermedad desde pequeña y un horrible accidente a los 18 años; se vio obligada a vivir "encorsetada" hasta su muerte y fue privada de la posibilidad de tener un hijo, ya que un hierro atravesó su utero, dañandolo irreversiblemente. Esto no le hizo hundirse, sino que se tomó su vida con alegría y entre sonrisas (esto me gustó que se reflejara en la película).
La película cuenta su vida desde el accidente hasta su muerte; subrayando la historia de amor que mantuvo la pintora con el también artista, Diego Rivera, además de otras aventuras con hombres como Leon Trotsky, entre otros; o mujeres, como Chavela Vargas o alguna amante de Diego Rivera. Sin embargo, no sólo aventuras románticas muestra la cinta. Va mucho más allá de eso, y describe el ambiente en el que Frida comenzó sus pinturas (en el hospital) y como fue dandolas a conocer, en gran parte gracias a Diego Rivera, que la definiría como la mejor pintora de México.
La personalidad vivaz de Frida, interpretada por Salma Hayek, queda bien retratada en esta película, que cuenta con un gran reparto: Alfred Molina (Diego Rivera), Geoffrey Rush (Trotsky), Ashley Judd, como la fotografa Tina Modotti; e incluso dos grandes cameos como Antonio Banderas (David Alfaro Siqueiros) y el genial Edward Norton (Nelson Rockefeller).
Además la película detalla los encuentros bisexuales de la pintora, de los que surgen las escenas más bellas del film, que desde mi punto de vista son el tango que baila Frida con Tina Modotti (Mia Maestro); y la escena en la que Chavela Vargas (la real) interpreta su canción La llorona para Frida, a quien algún día se la compuso. Una escena escalofriante que me puso los pelos de punta. También destacaría la fotografía de la película, que regala a los ojos composiciones de cuadros de la artista mexicana y réplicas de las fotografías más conocidas de la pintora.
En definitiva, una película muy recomendable, aunque no te guste Frida Kahlo. En ella verás una forma distinta de ver la vida y de luchar ante la fatalidad con la que esta a veces juega con los humanos. Y todo esto sin tocar excesivamente el apartado político e ideológico, muy vivo en la mente de la artista. Una muy buena cinta de Julie Taymor sobre una de las mujeres más interesantes de los últimos tiempos.

martes, 12 de agosto de 2008

El juego del ángel, de Carlos Ruiz Zafón

Resultaría dificil comentar este libro sin tener en cuenta a su antecesor, La sombra del viento. Las historias son similares, y giran en torno a un argumento parecido. Un chico amante de los libros que encuentra el Cementerio de los libros olvidados; y en él, una historia a través de la que se desarrolla el libro.
En El juego del ángel, el autor encandila con su buena prosa y sus buenas descripciones, para mi gusto excesivas en algunas ocasiones; como las descripciones de los amaneceres, o de los encuentros con el inspector Grandes. Todo esto aderezado con un toque de humor que hace que las conversaciones sean más entretenidas y más vivas.
El libro consta de tres partes, de las cuales me quedaría con la tercera; las otras dos me resultan demasiado alargadas, y realmente fue en la última en la que el libro me empezó a enganchar. Si tuviese que destacar algo, a nivel global, serían la historia de amor entre David y Cristina; y los dialogos y la maravillosa relación de amistad entre él y su ayudante, Isabella, el personaje más cautivador e interesante de la novela (para mi gusto). Magnífica.
En algunos tramos el libro me pareció digno de película de cine negro, como por ejemplo la secuencia de Cristina en el hielo, o la lucha entre David (el protagonista) y el inspector, en el teleférico. Además, subrayaría la descripción que hace el protagonista de la libreria de la familia Sempere, sobre la que se cimenta la trama; llena de buenas palabras y cariño.
En conclusión, si la comparas con su anterior novela, saldrán muchas cosas parecidas, pero a nivel global es diferente. Esta historia me parece más intensa, aunque también es cierto que me enganchó algo menos, y más tarde. Los personajes son bastante similares a los anteriores, pese a que sólo repiten aparición el librero Sempere, aunque unos años más joven, Isabella (aunque nos enteraremos de forma inesperada), e Isaac, el guardián del cementerio de libros. Una novela que me hizo pasar más de un rato entretenido, sin llegar a incluirse en mi lista de predilectas.

domingo, 10 de agosto de 2008

Arrecifes de ensoñaciones

¿Y si descendiese de mis cielos inefables y la liberase de su eterna e insucumbible atadura, en medio de las rocas, en mitad de grandes océanos de dudas? ¿Y si Andrómeda se enamorase de mi cuando la salvase del coloso marino que le acecha y le ofreciese en sacrificio nuestra propia libertad; cual Perseo cabalgando a lomos del caballo alado, Pegaso?
Ensoñaciones, diréis, pero... ¿de qué vivimos los mortales si no? Vuelo, por encima de las afiladas crestas con las que amenaza el mar ahí abajo. Parecen dispuestas a cortar al propio viento, que resuena tras el vuelo de mi blanco y alígero compañero. El viento hace ondear la bandera de la torre más alta del reino de Cefeo y Casiopea, inocente culpable de la condena de la muchacha.
¡Qué monstruo tan implacable! -pienso horrorizado al ver a esa horrible bestia acercandose a la que a partir de entonces será mi predilecta y hermosa enamorada. Un extraño sonido llega a mis oídos a través del viento. Es la voz de ánimo de mi corcel, que me anima a descender a rescatarla; y se entremezcla con los gritos ahogados de la chica, que aterrizan en mi cabeza como un resuello.
Me decido y en menos de un instante vuelo en picado hacia el encuadre que me brindan mis ojos. Pegaso vuela raudo, nunca lo vi volar tan rápido; y de sus alas se desprende una estela brillante que parecen astros. No debo temer, tengo la cabeza de la górgona en mis manos. Sólo debo asegurarme de que ella no la mire directamente, sino quedara eternamente en matrimonio con la húmeda roca; y yo exhausto y vacio. Sin mi morena y bella musa.
En un movimiento veloz consigo hacer mirar a la inerte Medusa directamente a los ojos del titán, que queda convertido en un bello coral, junto al acantilado. Mi Andrómeda cae en mis brazos y me mira con unos vidriosos ojos oscuros... ¿Habrá caído enamorada? Mi Andrómeda, tan bella o más que las Nereidas... Vuelo, rumbo a nuestra Grecia. Ensoñaciones, diréis.

Típicos tópicos

Sé que ni a las cosas, ni a las personas; no se las echan de menos hasta que no las necesitas y no están. El típico tópico de "no echarás algo de menos hasta que lo pierdas". Pues bien, sin ser muy amigo de los tópicos, si que reconozco que este se cumple en un gran porcentaje.
Si tienes un objeto, no vas a echarlo en falta hasta que lo requieras y no lo encuentres. Entonces apostaría mi mano (y no la perdería) a que resulta imprescindible en la tarea que tengas que realizar. Así es la profunda sinrazón de los seres humanos.
De este modo, puedes tener grandes amigos, incluso no darte excesiva cuenta de ello; hasta que por unas cosas o por otras se marchan de tu lado. Entonces es cuando sabes que los necesitas para cualquier cosa, por ínfima que sea.
Puedes tener una persona importante más cerca de lo que crees, y no enterarte o no detenerte a pensarlo hasta que no emprende un largo viaje en el que tardarás en volver a encontrarte con ella o él.
"No se echa de menos algo hasta que se pierde". Tópico que tantas veces se hace realidad, y que no nos damos cuenta hasta que nos ocurre delante de las narices. Así somos, si; y seguro que alguien se jacta de ello.

sábado, 9 de agosto de 2008

Una historia interestelar

- A veces pienso que cada estrella guarda una historia -dijo bajo la manta de estrellas que le arropaba.

- Ahm, ¿pero una estrella para cada persona? Tendría que haber muchísimas más -contestó.

- No hombre, cada estrella guarda una historia para cada persona.

- Entonces, ¿se comparten?

- Algo así. Y cuando conocemos la historia que la estrella guarda para nosotros se apaga.

- Vaya... es un poco triste.

- No, porque surgen nuevas. A mi me parece bonito -añadió, mirando al cielo sin pestañear. Siempre lo he pensado -concluyó.

- Es extraño. No lo sabía.

- Pero hay algunas estrellas que no se apagan y guardan cosas que no se van nunca de allí.

- ¿Cómo qué? -preguntó, tratando de desafiarle.

- No sé; recuerdos, vivencias... ¿y tú? ¿Qué es lo que guardas en tus estrellas?

- Eso no se dice, es un secreto -finalizó con misterio.

jueves, 7 de agosto de 2008

Gaudí y la puerta de los tres arcos

La vida está llena de leyendas. Que las creamos o no, depende de cada persona. Muchas de estas leyendas giran en torno a los artistas. Así, cuenta la leyenda que el obispo Grau encargó a Gaudí la construcción de un palacio en Astorga. Como no conocía la zona y no podía desplazarse hasta allí, le pidió fotografías de la ubicación para empezar su proyecto. De esta forma, terminó sus planos y comenzó la construcción del proyecto.
Cuando el levantamiento del palacio estaba a la mitad, algo hizo que la obra se detuviese. El problema provenía de la puerta de los tres arcos con la que el arquitecto dotó al edificio. Ningún obrero de los que formaban la cuadrilla acertaba a construirla, y esta se derrumbaba cada vez que la intentaban levantar.
Entonces, ante la impotencia de los obreros y los supervisores, decidieron que la solución era hacer llegar a Gaudí, ya que él si que podría llevar a cabo la acción. Entonces, el arquitecto llegó a León, rumbo a Astorga; con el objetivo de terminar la construcción del palacio, y así solucionar el problema de la puerta. Nada más llegar, preguntó cómo estaban intentando levantar la puerta y los obreros se lo explicaron. Cuando terminaron de hablar, enseguida se puso manos a la obra y en poco tiempo, consiguió levantar, con sus propias manos, la que se llamaría "la puerta de los tres arcos". Nadie supo cómo lo hizo, ni por qué a él no se le derrumbó, ni qué método siguió...
Lo que si se sabe es que cada vez que alguien pasa por debajo o se sitúa frente al edificio, no puede evitar dirigir su mirada hacia ella, aunque no conozca la historia. Los genios también guardan secretos...



Palacio Gaudí (con la puerta de los tres arcos). Astorga (León)
Autor: Yo (http://flickr.com/photos/le_txetxu)

miércoles, 6 de agosto de 2008

Bajo el signo de los astros

Y allí estaba, sentado en alguna zona del interior de España, en la noche. Profunda y oscura noche. Entonces, una vez que estuvo completamente adentrado en las afueras del pueblo en el que se hospedaba, miró hacia el cielo. Al levantar la cabeza, descubrió una imagen que jamás olvidaría en su vida. Una inmensa manta de estrellas se elevaba sobre ellos, que miraban anonadados. Se veían todas, incluso la vía lactea, espectacular; y cada una guardaba una luz diferente, que llegaba como un regalo a sus pupilas.
Después de observar durante un rato, alguien habló de estrellas fugaces; y en ese mismo instante pasó una: la primera que recordaba haber visto en toda su vida. Se le olvidó pedir un deseo. Ya lo haré en la próxima que vea -pensó cuando la vio escapar y apagarse.
Siguió mirando hacia arriba, como buscando una respuesta inconclusa. Sin salir de su asombro, giró la vista hacia su izquierda, buscando una mirada complice en los ojos azules de su amiga, que le había hablado antes de ese cielo. Pero la mirada no llegó, estaba distraída. Volvió a buscarla, pero no la encontró. En el momento en el que supo que no llegaría, le quedó claro que le dedicaría este fragmento. Gracias.



Cielo estrellado de Pozuelo de Vidriales (Zamora)
Autor: Yo (http://flickr.com/photos/le_txetxu)