sábado, 18 de julio de 2009

Definiciones

Los estados de ánimo lo son todo y cualquier cosa.

La felicidad es la visión de la sonrisa de cualquier persona a la que quieres.

La complicidad es saber mantener una conversación sólo con una mirada.

La amistad es un gesto, una palabra, un simple abrazo que se transforma en algo complejo.

La tristeza es la caja de cerillas que robasteis en la última posada en la que dormisteis juntos.

La indiferencia, acordarte de alguien y darte cuenta de que ya no le necesitas.

La pasión está contenida en un beso que surge repentino, después de la facultad, en el autobús o en el andén un minuto antes de coger un tren lejos.

La soledad es un café que se queda frío junto a una balada que suena en el peor momento.

El cariño un abrazo después de ganar con tu pareja una partida de trivial.

El desasosiego está en un trazo en el vaho del espejo de la ducha, que trae recuerdos.

El deseo es querer morderte la piel cada vez que me miras con tus ojos castaños.

El miedo duerme en cada cama de cada familia, en cada sueño, y muchas veces nos controla.

La tranquilidad puede ser leer un poema de Cortázar en el parque.

El amor, un poema en la servilleta manchada con el carmín de esos labios.

La traición es algo doloroso, tal vez involuntario e inevitable.

La falsedad es la máscara con la que cualquiera te vende una amistad.

El peligro es saber que te puedes morir a cada instante y aún así seguir viviendo.

Las emociones son la vida y tan sólo palabras.

miércoles, 15 de julio de 2009

Embriaguez de fantasmas de poetas

Al atravesar el mar de nubes del cielo de Portugal me acuerdo de ti: la muchacha de boina roja y el corazón en calma.

Lisboa me recibe con su aspecto decadente, entre ecos de flautas, acordeones y calles abatidas. Aquí, el espíritu de Pessoa reposa tranquilo en A Brasileira, aunque renace de cada esquina del Chiado o del Bairro Alto.

“Barcos que pasan por la noche y ni se saludan ni conocen”, decía el poeta lisboeta. Y esos barcos en la gran ciudad son las personas. Somos, tal vez, por qué no, tú y yo. Son el escritor y el fantasma del poeta que se encuentran para un réquiem a medianoche en las calles de esta ciudad.

Me enamora con sólo unas horas, igual que tú con tan sólo un par de sonrisas. Lisboa me embriaga. La ciudad de la luz, la ideal amante de poetas, una delicia para los ojos del fotógrafo.
Sentado en una balconada imagino que es un tejado abuhardillado de estilo parisino, como el que tengo enfrente, y que estamos mirando a lo alto, tejiendo estrellas con nuestras palabras íntimas. Esta ciudad puede recordar a París, a Madrid, y por momentos a alguna ciudad británica o transalpina e incluso a La Habana, aunque parezca increíble; pero lo que es innegable es que tiene una identidad y un ánimo propio difícil de contradecir.

Se aproxima un tranvía exhalando la bohemia que caracteriza a la ciudad. Una carcajada de chica joven atraviesa una ventana y se filtra hasta mis oídos. En ese preciso instante me doy cuenta de que te he escrito más textos que a nadie, y de que posiblemente éste sea el último que guardemos bajo una misma frontera por un tiempo.

Y te lo escribí en Lisboa, la ciudad de los poetas, que bien podría ser nuestra, pese a que ahora puede que quede más lejos que nunca...

En Lisboa, el 2 de julio de 2009.

Fotografías tomadas por mí. Galería de flickr.

viernes, 10 de julio de 2009

Nuestros libros de cada día: Los renglones torcidos de Dios e Intimidad

Hoy vengo con dos grandes recomendaciones de dos grandes personas, María y Loren: Los renglones torcidos de Dios, de Luca de Tena; e Intimidad, de Hanif Kureishi.

Los renglones torcidos de Dios es la gran obra de Torcuato Luca de Tena, fundador del diario ABC, periodista y escritor, que quiso dejar testimonio de la vida en un sanatorio mental. Sorprende, y mucho, que para ello se internara voluntariamente en un hospital psiquiátrico para conocer de primera mano cómo es la vida dentro de una institución de este tipo. Pese a ello, en el prólogo deja bien claro que todo lo que cuenta es pura novela. Basada en hechos reales, sí, pero ficcionados.
La novela es espectacular, con unos giros increíbles en el argumento, que mantienen en vilo la atención sobre la historia, de principio a fin. La narración toma, de inicio, el punto de vista de Alice Gould, una detective que se interna voluntariamente en un psiquiátrico de Zamora con el fin de investigar un crimen para uno de sus clientes.
Para que no destaque entre los enfermos es rebautizada como Alicia de Almenara y la despojan de sus pertenencias. Poco a poco, Alice va descubriendo la vida dentro del centro y las peculiares patologías de cada enfermo, mientras investiga el crimen.
Gran novela de Luca de Tena, que narra perfectamente todo lo que acontece, y los dialogos tan intensos entre Alice y los médicos, hacen que, junto a los giros inesperados de argumento, que nos hacen pensar varias veces en el final antes del propio; la lectura sea muy productiva y enriquecedora.


Por otra parte, la recomendación de mi amigo Lorenzo es de distinta pasta. Una joya, como él me la definió cuando estaba leyéndola y me dejó entrever las primeras páginas. Hoy le doy la razón, como casi siempre.
Intimidad versa exclusivamente sobre el porqué alguien deja de querer a una persona. Jay, un escritor y guionista de cine, se ha decidido. Esta noche abandonará su hogar, con su mujer e hijos, y se marchará para siempre, después de seis años de vida en común. No aguanta más esta vida.
A lo largo de sus casi 150 páginas, Kureishi nos deleita con las reflexiones del protagonista, de una belleza impresionante en algunas ocasiones, sobre todo en aquellas en las que recuerda algún episodio junto a su mujer Susan, mientras la mira dormir, o cuando se refiere a sus hijos.
El escritor de origen paquistaní ilustra a la perfección el sentimiento de un hombre en plena crisis. Recuerdos, proyecciones para el futuro, y reflexiones sobre la traición, inundan la sesera de Jay en la noche antes de marchar. La traición a veces es la única forma de volver a nacer. "Si uno no dejase nunca nada ni a nadie, no tendría espacio para lo nuevo [...] Tal vez cada día debería contener al menos una infidelidad esencial o una traición necesaria".
Una escritura muy buena y unos fragmentos bastante líricos hacen de esta novela de Kureishi, una buena lectura que puede llegar a emocionarnos o, incluso, a identificarnos con algunas partes. Para cerrar esta reseña breve, dejo unas frases que me encantaron del libro: "Si tan sólo pudiese ver el rostro de ella otra vez. Pero ni siquiera tengo una fotografía".

Gracias a los dos por las recomendaciones.

domingo, 5 de julio de 2009

A Cidade da Luz

Me he prendado de este lugar, y de este viaje. Ahora estoy tranquilo, sentado en el balcón, con un acordeonista tocando a mis pies. La vie en rose. Es curioso, pero sin haber venido nunca antes siento a esta ciudad como mía, una especie de parte de mí, y yo me siento dentro de ella como si de mi hogar se tratase.

Alguna vez me gustaría que lo fuese, o al menos que fuese uno de ellos. Me entusiasman sus recovecos, sus escondites, sus tranvías amarillos. Y una de sus conductoras, morena de piel de color galao que conduce a gran velocidad mientras tararea a voz alzada fados portugueses, me hace sonreír como hacía tiempo nadie conseguía, y pasar un momento de felicidad plena, de esos que siempre recuerdas con el tiempo.

El acordeonista continúa su serenata nostálgica ahí abajo. Ni siquiera puedo decir que falte la buena compañía. Me voy de aquí con las dos personas que vine, grandísimos amigos ambos, pero creo, casi aseguraría, que el sello de nuestra amistad es mucho más sólido y vinculante.

La gente ocupa las aceras en Lisboa, pero sin llegar a masificarlas. No tiene aires de gran capital, sino de ciudad decadente, e incluso bohemia, con grandes enclaves, como el Café A Brasileira y su estatua de Pessoa, la Confitería Nacional de 1829 y sus deliciosos desayunos, su librería Bertrand y sus casi doscientos años de historia y literatura.
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Yo, junto a la estatua de Pessoa, en el Café A Brasileira.

La ciudad de la luz y sus barrios, tan dispares e iguales a la vez; Alfama, Bairro Alto, la Baixa, Chiado… La ciudad acoge a la diversidad igual de bien que nos acogieron a nosotros tres chicas encantadoras, una madrileña y dos vascas -María, Maite y Nuria-, con las que pasamos un maravilloso tiempo que sirvió de cierre y colofón a una gran ciudad, a unos tres días estupendos.


Pablo, Lorenzo y yo con María, en la Praça del Rossio.

Lisboa, la ciudad amante de poetas y prosistas, ardiente acogedora de amores platónicos y pasiones indelebles…

Escrito entre Lisboa y Madrid en tres días.