Los dos amigos habían tenido que separarse días atrás. Cada uno había dirigido sus pies hacia una meta distinta, y ahora él estaba sentado junto al río, que mojaba sus pies cansados de caminar solo. Acercó su cara para mirar su reflejo en el agua, aunque realmente no sabía si de verdad quería verse o no.
Entonces, un pensamiento invadió su mente, como si de un regalo inesperado se tratase. Si le pregunto al río cómo está mi amigo, quizás él transporte mi duda hasta que pase cerca de él y pueda recibirla. Para eso lleva siempre el mismo agua, pasé por donde pasé -pensó, mientras una sonrisa de aprobación surcaba su cara. Y así lo hizo, se arrodilló junto al río, con lo que terminó de atisbar su reflejo en el agua cristalina que transportaba; y preguntó: ¿Qué es de mi amigo, anda su camino correctamente? ¿Se acordará de mi?
Sin fé y sin esperar respuesta, se levantó y prosiguió su camino. No pensaba que su idea funcionase, al fin y al cabo, nada de lo que se le había ocurrido últimamente había tenido sentido. Cogió sus cosas, se las echó a la espalda y, con el cuerpo cansado de caminar sin rumbo fijo, emprendió de nuevo su marcha.
Pasaron días, y en una de sus paradas en la ribera del río; un sonido le despertó de un letargo inexistente que le invadía en forma de somnolencia. Al principio no diferenció el ruido. Serán pajaros o algún animal -pensó. Pero, tras un par de minutos; consiguió diferenciar el intento que hacía el río por hablarle. Acercó su cara, para escuchar mejor, y simplemente escuchó: Si, si.
Entonces, un pensamiento invadió su mente, como si de un regalo inesperado se tratase. Si le pregunto al río cómo está mi amigo, quizás él transporte mi duda hasta que pase cerca de él y pueda recibirla. Para eso lleva siempre el mismo agua, pasé por donde pasé -pensó, mientras una sonrisa de aprobación surcaba su cara. Y así lo hizo, se arrodilló junto al río, con lo que terminó de atisbar su reflejo en el agua cristalina que transportaba; y preguntó: ¿Qué es de mi amigo, anda su camino correctamente? ¿Se acordará de mi?
Sin fé y sin esperar respuesta, se levantó y prosiguió su camino. No pensaba que su idea funcionase, al fin y al cabo, nada de lo que se le había ocurrido últimamente había tenido sentido. Cogió sus cosas, se las echó a la espalda y, con el cuerpo cansado de caminar sin rumbo fijo, emprendió de nuevo su marcha.
Pasaron días, y en una de sus paradas en la ribera del río; un sonido le despertó de un letargo inexistente que le invadía en forma de somnolencia. Al principio no diferenció el ruido. Serán pajaros o algún animal -pensó. Pero, tras un par de minutos; consiguió diferenciar el intento que hacía el río por hablarle. Acercó su cara, para escuchar mejor, y simplemente escuchó: Si, si.
3 comentarios:
Me gusta.
Afirma mi convicción de que todos somos uno, y formamos parte de un todo, que estamos destruyendo.
Me ha salido un comentario un tanto ecológico.
Pero tú en el texto vas mucho más allá, porque si el amigo no hubiera sido lo suficientemente especial, nadie pierde su tiempo preguntando a un ser aparentemente inerte. Y viceversa.
Un beso grande.
a veces cuando estoy lejos no pregunto al rio, y menos cuando esa persona se encentra en España que ya sabemos que estamos un poco escasos de rios. yo suelo preguntar al aire, que se que hay en todos los lugares del mundo, espero un dia para recibir esa respuesta.
un saludo
Yo también pienso algo así. Para que obtengas algún tipo de respuesta, la persona a de ser importante. Si no nada cambia.
Anónimo 2, es una muy buena alternativa: el aire. Siempre se mueve y puede transportar tus inquietudes. :) Gracias.
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