Desde sus ojos veía el mundo de otra manera, era diferente. A los ojos de la gente era feliz, y a los suyos, también lo parecía disimular. Digo que lo aparentaba, porque a la vista elemental de los demás es fácil hacerlo, basta con una sonrisa o con unas burdas palabras tranquilizadoras. Sin embargo, aunque la felicidad reine en el territorio que ostenta una persona, siempre existen preocupaciones y momentos bajos de moral. Ella también los tenía. Aunque, hasta de esos momentos sacaba algo en positivo. Ahí residía su virtud.
Uno de esos instantes en los que su mente jugaba malas pasadas ocurría por las noches. Conversaba, a veces, con su pasado en el crepúsculo; donde las golondrinas ya no cantan, sino que alarman de la posible recaída en los errores de antaño. Uno de esos errores, no era más que un príncipe que destiñó y dejó de ser azul, con el que había pasado muy buenos momentos, y al que ahora recordaba con un sabor agridulce en sus labios. Un sabor a amarga miel, que le quedó de los besos que algún día llenaron de felicidad su cuerpo, y de brillo sus ojos alegres.
Pero eso ahora no importaba, su vida había seguido sin necesidad de atender al pretérito, más que alguna vez; y caminaba de la mano con sus sueños, los que el día que él se marchó, creyó perdidos. Aún sabiendo el peligro que corre, continúa viviendo su primavera, con el mismo miedo que entonces a que se la roben, pero con más ganas que antes, consciente de este riesgo. Además, ahora ha aprendido a contemplar el paso del tiempo desde diferentes perspectivas, gracias a sus preciosos ojos de caleidoscopio.
Uno de esos instantes en los que su mente jugaba malas pasadas ocurría por las noches. Conversaba, a veces, con su pasado en el crepúsculo; donde las golondrinas ya no cantan, sino que alarman de la posible recaída en los errores de antaño. Uno de esos errores, no era más que un príncipe que destiñó y dejó de ser azul, con el que había pasado muy buenos momentos, y al que ahora recordaba con un sabor agridulce en sus labios. Un sabor a amarga miel, que le quedó de los besos que algún día llenaron de felicidad su cuerpo, y de brillo sus ojos alegres.
Pero eso ahora no importaba, su vida había seguido sin necesidad de atender al pretérito, más que alguna vez; y caminaba de la mano con sus sueños, los que el día que él se marchó, creyó perdidos. Aún sabiendo el peligro que corre, continúa viviendo su primavera, con el mismo miedo que entonces a que se la roben, pero con más ganas que antes, consciente de este riesgo. Además, ahora ha aprendido a contemplar el paso del tiempo desde diferentes perspectivas, gracias a sus preciosos ojos de caleidoscopio.
6 comentarios:
Desde hoy tienes una seguidora más.
No dejes de escribir nunca.
:)
me alegra ver cosas bonitaspor aquí, cosas que te hacen ilusión y te animan a seguir
un besito
admiro a las personas que tienen serios personas pero no hacen sentir mal a los demás que intenta abandonar esos problemas.
pero cuando al final son incapaces de seguir ocultando esos problemas y te los cuentan te sientes mal por no darte cuenta de que esa persona tiene problemas, y ahora es más dificil ayudar.
moraleja, si tienes problemas y sabes que te van a rebosar desahogate.
Uxia Romasanta: mil gracias por tu comentario. Son de los que animan a seguir escribiendo. :) Nunca dejaré de hacerlo. :)
María: gracias por pasarte y seguir comentando. A mi también me alegra. :)
Anónimo: Yo también lo admiro, y comparto un poco tu idea; aunque en este texto no quise referirme exactamente a eso. Ya te contaré. Gracias por pasarte, como siempre. :)
Me encanta, me encanta... me hace feliz encontrarme con casualidades así (ya te lo dije) y no puedo parar de leerlo
^^
Lore, me alegra un montón, de verdad. A mi también me resulta curioso. Hay quienes dicen que eso de las casualidades no existe... no sé si así será, pero me gusta encontrarme con ellas de vez en cuando.
Gracias por lo del texto. :)
Un beso.
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