Tan solo tiene 16 años, pero su profunda mirada (profundísima a veces) denota que acumula más vivencias que cualquier otra persona que la doble en edad. A pesar del largo camino que ha recorrido para hallarse apenas en la mitad del mismo, a menudo regala una sonrisa muy bella, que solamente sabe apreciar quien se detiene a contemplarla. Pero no la típica sonrisa, la suya es una sonrisa sincera y agradecida, gratuita y espontánea, que la hace parecer preciosa y segura de si misma por momentos.
Su vida ha experimentado un profundo cambio y la ha obligado a crecer por obligación (la misma obligación a la que una madre somete a su pequeño el primer día de cole). A pesar de ello, en numerosas ocasiones deja entrever la pequeña ninfa de metrópoli que guarda bajo su madura apariencia.
Antes de emprender su viaje a tierras nuevas sus días transcurrían normales. Era buena estudiante y no tenía miedo a nada, pero eso ya no es el presente. El presente es un idioma que ahora está empezando a entender, unos sentimientos que está descubriendo, y un sueño que le mantiene ocupado el pensamiento. El pretérito le invade la mente multitud de veces, y por unos instantes vuelve a su patria: el bosque donde viven los duendes y las hadas. Pero ya ha aprendido que sólo son recuerdos. Recuerdos de cuando vivía en la montaña más alta del reino del conde Drácula.
Mientras, ella sigue tratando de encontrar su sitio en este globo, el cual piensa que se le escapa por momentos. Se escuda en la academia de los musicos del sol, de la que un día os hablé. Y refugia; bajo su armoniosa y dulce voz, y entre las palabras que salen de su boca con temor y un bello acento eslavo, sus miedos. Su eterno miedo a ser rechazada, otra vez.
Su vida ha experimentado un profundo cambio y la ha obligado a crecer por obligación (la misma obligación a la que una madre somete a su pequeño el primer día de cole). A pesar de ello, en numerosas ocasiones deja entrever la pequeña ninfa de metrópoli que guarda bajo su madura apariencia.
Antes de emprender su viaje a tierras nuevas sus días transcurrían normales. Era buena estudiante y no tenía miedo a nada, pero eso ya no es el presente. El presente es un idioma que ahora está empezando a entender, unos sentimientos que está descubriendo, y un sueño que le mantiene ocupado el pensamiento. El pretérito le invade la mente multitud de veces, y por unos instantes vuelve a su patria: el bosque donde viven los duendes y las hadas. Pero ya ha aprendido que sólo son recuerdos. Recuerdos de cuando vivía en la montaña más alta del reino del conde Drácula.
Mientras, ella sigue tratando de encontrar su sitio en este globo, el cual piensa que se le escapa por momentos. Se escuda en la academia de los musicos del sol, de la que un día os hablé. Y refugia; bajo su armoniosa y dulce voz, y entre las palabras que salen de su boca con temor y un bello acento eslavo, sus miedos. Su eterno miedo a ser rechazada, otra vez.
3 comentarios:
Me ha gustado, aunque también he de decirte que no todo. La parte de la montaña de Drácula desentona (para mi gusto).
Tiene pinta de ser un espíritu mayor que el resto, como si de un jóven sabio se tratara.
Espero que la integración suya y la aceptación nuestra sea la conciencia para el futuro de esta torre de Babel que es Madrid, sobretodo el Corredor y mi barrio.
Un abrazo.
supongo que no hay limites en los sueños de una muchacha...sueños que no tienen cabida en su hoy, pero que si configuraron su ayer, para hacerla como es. dicen que soñar es de debiles, pero yo creo que nos hace ser mas fuertes.
un besin
pablito, la parte de drácula es fundamental para desvelar el misterio de su origen
=)
adenñas es mñagica porque hace que gente que en un principio la odie, luego la quiera
=)
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