Bajo la intensa lluvia cantaba. Saltaba, brincaba, reía... era feliz. No hay días más cinematográficos que los días de lluvia. Me encantan, los adoro; sobre todo si pasan en buena compañía. Los días de lluvia las calles toman una luz de extraño tono, que inunda las esquinas y los portales de un tono amarillento oscuro. Bajo un paraguas, los ojos de la gente se limitan a mirarte, tan solo porque cantas, porque eres feliz. A la gente a veces le incomoda la felicidad, y yo no lo entiendo. Con lo bonito que es ser feliz. Con la preciosa escena que regalas a los ojos de la gente mientras cantas y corres bajo la intensa lluvia.
No entiendo lo que pasa por las cabezas de la gente. Yo sigo mientras, cantando bajo la lluvia, abrazado a un algo imaginario; quizás un fusil, como en "Soldados de Salamina".
¿Qué si cambiaría mi imaginario objeto por algo? Claro que lo haría, sin duda. Cambio objetos de valor por abrazos y momentos que recordar. ¿Alguien quiere cambiar alguno?
No entiendo lo que pasa por las cabezas de la gente. Yo sigo mientras, cantando bajo la lluvia, abrazado a un algo imaginario; quizás un fusil, como en "Soldados de Salamina".
¿Qué si cambiaría mi imaginario objeto por algo? Claro que lo haría, sin duda. Cambio objetos de valor por abrazos y momentos que recordar. ¿Alguien quiere cambiar alguno?
2 comentarios:
yo te cambio mil sonrisas de soldado por 100 batallas perdidas, puequeño principe de las palabras
Me ha encantado este texto, me has devuelto la tarde tan amena y divertida que hemos pasado.
A mí también me encanta la lluvía, quizás porque soy un cinéfilo sentimental.
Un abrazo.
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