domingo, 11 de enero de 2009

Nieve acristalada

Nieve. Ha nevado estos días de atrás. Después de tanto tiempo vistiendo el gris; la ciudad vuelve a portar su elegante traje blanco, como si de boda se fuese. Ha nevado, como lo hace en la bola de cristal de nieve con la que juego. Justo la noche anterior a la nevada, yo jugaba con ella: la agitaba y volteaba, y la nieve de mentira se posaba, sorda, sobre la superficie de la bola, que se asemeja a la atmósfera, o algo así.
Me gustaría poder invocar a la nieve cuando me apeteciese disfrutar de su compañía -mala según algunos. Agitar y voltear mi ciudad -cual palo de lluvia-, y que los aspados copos se deslizasen en un cálido baile de cortejo. Voltear la ciudad y que, al devolverla a su estado horizontal, no descendiese lo que más detesto de ella. Que bajo su burbuja de cristal contaminado -y contaminante-, tan sólo quedasen bancos cubiertos de blancura, lagos helados, buenos amigos; y una vespa para fotografiar cubierta de nieve, por ejemplo.


Aún hay nieve ahí afuera. Las calles parecen de nata por momentos. Me encantan esas tartas con pequeñas ciudades azucaradas entre las fronteras de nata y trufa; similares a las ciudades que se guardan bajo llave en una bola acristalada de agua y nieve espumosa. Ahora juego con ella. Igual que abajo alguien juega tirando bolas blancas, en batallas completamente encarnizadas; pero, sin embargo, nada cruentas. Deberíase aprender. Más de uno y dos.
Yo, en cambio, mentalmente estoy repasando el camino que perfilé antes, en el que encontré damas de hielo de ojos verdes, niños riendo rebozados por el suelo, o muñecos de nieve: sonrientes y tristes, grandes y pequeños...
Sigue nevando a través de mi cristal, que está empañado. La calle sigue tiñéndose de blanco, como el sueño que tras mis ojos avanza raudo. Mi imaginación, en su espera, está jugando al cubo de rubik. Trata de manera incesante, sin aliento; completar la cara blanca, para que tú te confundas y camines sobre ella, equivocando la superficie blanca que ofrece la nieve al viandante. Mientras tanto, la estilográfica -regalo de mi familia- sigue escupiendo tinta azulada, como diciendo: "Vísteme, de azul. Tengo una cita".

5 comentarios:

S. Vigara dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
S. Vigara dijo...

Es siemplemente...bello. Has encontrado una manera perfecta de fotografíar el momento invernal de una manera cálida, propia de un hogar.

Qué suerte tengo de ser la primera, escribes de maravilla... A veces das la vuelta a la ciudad y mi ciudad aunque tú no te des cuenta.

Acabar con el cubo de rubik y la pluma es un puntazo, parece que te estoy viendo, de ventana a ventana. Perfecto!

Voy a releerlo. Un besito frío =)

Loren dijo...

Me ha gustado mucho.
Es de los mejores textos que has colgado últimamente, y además me gusta que todo el mundo hayamos escritos estos días sobre la nieve.

Un abrazo muy fuerte.

Doxa Grey dijo...

Ayer casi me resbalo en la nieve :D, metáfora de este fenómeno tan bonito como traicionero. Al final todo es agua sucia, pero mientras... mientras es fotogénica y podemos escribir sobre ella.

Un beso ^^.

Jesús V.S. dijo...

Serly: No sé qué decir. Grandes palabras las que me regalas. :D :D :D

Loren: La nieve tiene ese algo mágico que hace que todos escribamos sobre ella. Un abrazo enorme.

Rosalie: Y hacer fotos sobre ella. :D Besos.