sábado, 4 de octubre de 2008

Quehaceres pretéritos

Anoche me dio por pensar un rato antes de dormir, no sé si tal vez para cansarme completamente antes del letargo. No sabría decir cuántos pensamientos volaron por mi cabeza en aquellos breves minutos. A pesar de esta lluvia de ideas -tan solicitadas actualmente para todo- hubo un pensamiento en concreto que me rondó más tiempo que el resto.
La cuestión podría estar interconectada con el eterno "siempre echas en falta las cosas cuando las pierdes"; tópico de gran veracidad, por otra parte. En fin, el caso es que reflexioné sobre lo profundamente atípicas que resultan las formas de actuar y de sentir de los seres humanos. Un ser humano que no da muestras de debilidad puede pasar a ser el más débil en una relación sentimental, por ejemplo, dando su brazo a torcer tanto como nunca pensó que pudiese hacer.
Pondré un ejemplo de esta profunda sinrazón de la que hablaba. Una pareja decide cortar con su aventura, las cosas acaban mal, y cada uno acaba siguiendo su curso, independientemente de la otra persona. El amor parece quedar ya lejos, y ahora florecen sentimientos que nunca pensaron que surgieran entre ambos. Pasa el tiempo, todo se enfría y ahora estos dos antiguos amantes han cambiado tanto que son dos personas distintas completamente.
En la calle cruzan sus miradas cuando se encuentran y ya no se percibe rencor ni malos pensamientos en ellas. Una buena tarde, por algún azar extraño, vuelven a coincidir. Hablan, recuerdan buenos momentos -sin comentarlos entre ellos- y deciden volver a empezar una relación, esta vez de amistad. Con el paso del tiempo todo marcha bien y se convierten en buenos amigos.
Aquí es donde radica lo caprichoso -por denominarlo de alguna forma- de esta historia. Una noche, pensando antes de dormir, el chico enumera las cosas que le hubieran gustado hacer. Una de las primeras cosas que le vienen a la mente es el simple hecho de darle un abrazo a su antigua novia; algo que no tuvo lugar gracias al resquemor que causó la ruptura entre ellos. Tal vez ahora sea el momento idóneo, piensa. Y la pregunta es: ¿llegará algún día ese abrazo ahora que son amigos? ¿Podrá así realizar una de esas pequeñas cosas que dejó sin hacer en el pasado? El ser humano es profundamente irracional, profundamente estúpido.

6 comentarios:

Lorena dijo...

Quizá me suena demasiado de lo que habla este texto... Siempre queda tiempo para rectificar, siempre, aunque parezca que es demasiado tarde. Nunca lo es.

Un beso =)

S. Vigara dijo...

Si se quisieron una vez, es fácil que se quieran una segunda ¿no?

A mí también me suena mucho la historia, pero creo que a sunshine mucho más.

Leteo dijo...

Me parece que algunos no tenemos mucho que decir con respecto a esto...

Cuidate. Nos vemos mañana, ¿no?

MoT dijo...

siempre hay tiempo para algo... si coincidieron para ser amigos, coincidiran en ese lazo.

un besito

Anónimo dijo...

Aunque tambien estemos ciegos a las oportunidades..creo que siempre uno ve que ahi esta el camino o el sentimiento en puerta pero porque somos ciegos hay que abrirse sin mas sin miedos sin pedir mas que una mirada y muchas miradas que nos hemos pasamos...y si aun estamos ahi...

Jesús V.S. dijo...

Sunshine: Estoy seguro de ello. Siempre queda tiempo para hacerlo, si; quizás esta es hoy (o cuando escribí el texto) mi forma de rectificar. Otro beso. :D

Serly: Es fácil. Sé que te suena, es inevitable. Un besote. :)

Leteo: Seguro que, aunque no en este caso en concreto, sabes de lo que hablo. Un abrazo Nacho. Nos vemos por la facultad. :)

Mot: Es como aquello de "donde hubo siempre queda" o algo así. Puede ser así, yo creo que de una u otra forma siempre lo es. Un beso. :)

Anónimo: Si es cierto lo que dices. A veces es necesario pedir esa oportunidad, para que la puerta se abra por fin. Un saludo.