En mitad de la noche comienza el baile. Suena una voz de mujer, melodiosa. Voz de susurro -la consideraría yo-, de esas que están perfectamente diseñadas para que suspiren la canción en tu oído y la hagan inolvidable. Dice, la letra, que al tiempo hay que darle tiempo. Me transporto enseguida dentro de su espiral. Verdaderamente, me resulta fascinante, a veces, mi capacidad de abstracción, de viaje condicional, astral si así lo deseas.
Ahora puedo encontrarme, por qué no, en un club en el que se toca blues y soul, y en el que su chorro de voz de susurro alumbra todos los recodos de nuestras almas. El hielo se está liquidando en mi vaso. Tengo que terminar ese ron, apurar el último trago. O tal vez, ir a la barra de bar del salón de mi casa –qué gran idea la que tuvo mi padre al comprar ese mueble, antes de que yo naciese- y ponerme otro con más hielo. Entra suave, como la escritura, como el blues.
He caído en el juego. En la suma y la separación de las noches y los días, ambos gobernados por tu cuadro de ausencias. Los días regidos por un olvido forzado y rápido de aquello que envolvía tu cuerpo, inclusive las sábanas de mi cama; y las noches tuteladas por el inoportuno recuerdo de todo ello, recostado entre esas mismas sábanas. ¿Alcohol para olvidar? No. Alcohol para que la no presencia se torne alegre.
Lo peor es que creo, nuevamente, que voy encaminado a la derrota, y es difícil invertir la jugada. Al menos vuelvo a tener unos minutos de ron con hielo, ahora sí. Algo saco en positivo. Y palabras, hasta que se consuma el tiempo. “Yo te ayudaré a recuperar tus sueños” –me dice su voz de susurro. He tomado su palabra, aunque ella sólo sea una foto mental de la imagen que me crea, en la imaginación –no es un juego de palabras-, su hilo de voz.
El reloj marca la 1:56, aunque no sé si es fiable; me da la impresión de que los minutos cada vez se vuelven más parsimoniosos; como si de cada dos, sus agotadas manecillas transitasen sólo uno. Al parecer, el encargado de fragmentar nuestras vidas también se cansa. Ahí es donde entras tú, en la ausencia de tiempo y la necesidad de ocupación de un espacio. Como dice su gran voz, su blues, “daremos tiempo al tiempo”, palabras al vaso de cristal, y ron con hielo al papel y a la retentiva.
Ahora puedo encontrarme, por qué no, en un club en el que se toca blues y soul, y en el que su chorro de voz de susurro alumbra todos los recodos de nuestras almas. El hielo se está liquidando en mi vaso. Tengo que terminar ese ron, apurar el último trago. O tal vez, ir a la barra de bar del salón de mi casa –qué gran idea la que tuvo mi padre al comprar ese mueble, antes de que yo naciese- y ponerme otro con más hielo. Entra suave, como la escritura, como el blues.
He caído en el juego. En la suma y la separación de las noches y los días, ambos gobernados por tu cuadro de ausencias. Los días regidos por un olvido forzado y rápido de aquello que envolvía tu cuerpo, inclusive las sábanas de mi cama; y las noches tuteladas por el inoportuno recuerdo de todo ello, recostado entre esas mismas sábanas. ¿Alcohol para olvidar? No. Alcohol para que la no presencia se torne alegre.
Lo peor es que creo, nuevamente, que voy encaminado a la derrota, y es difícil invertir la jugada. Al menos vuelvo a tener unos minutos de ron con hielo, ahora sí. Algo saco en positivo. Y palabras, hasta que se consuma el tiempo. “Yo te ayudaré a recuperar tus sueños” –me dice su voz de susurro. He tomado su palabra, aunque ella sólo sea una foto mental de la imagen que me crea, en la imaginación –no es un juego de palabras-, su hilo de voz.
El reloj marca la 1:56, aunque no sé si es fiable; me da la impresión de que los minutos cada vez se vuelven más parsimoniosos; como si de cada dos, sus agotadas manecillas transitasen sólo uno. Al parecer, el encargado de fragmentar nuestras vidas también se cansa. Ahí es donde entras tú, en la ausencia de tiempo y la necesidad de ocupación de un espacio. Como dice su gran voz, su blues, “daremos tiempo al tiempo”, palabras al vaso de cristal, y ron con hielo al papel y a la retentiva.
3 comentarios:
hombre, puestos a elegir es mas sano el blues y soul que los copazos jajajajajaajajjajaaajajaja
susurrantes mujeres...
un beso hermano sin ron ehh
Increible como me sumerge en el ron.. digo en el texto. Ahora mismo me voy a poner un copazo a ver si tambien oigo voces ;)
Que grande!
Zow: Es más sano, sí, pero a veces sienta bien de la otra manera tabién. Un día lo hacemos juntos. Verás hermano. Un fuerte abrazo.
Diego: Prueba, aunque si no pones música va a ser difícil. Muchas gracias por todas tus palabras amigo. Un abrazote!
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