jueves, 23 de abril de 2009

Siempre vuelvo a Madrid

Siempre vuelvo a Madrid, siempre repleto. La gente concurre el centro a todas horas. Miles de vidas se cruzan cada minuto en puntos del atlas de la capital. Y los coches desmerecen la claridad del cielo en un día como hoy. Es lo único -creo- que detesto de la ciudad. Me encanta su ambiente, su Malasaña, su gente, su Puerta del Sol, su calle Huertas, su cultura… pero aborrezco enormemente su terrible caos circulatorio.
El gentío se concentra en sus calles de edificios monumentales con gamas claras. Hoy es el día del libro, el 23 de abril. Sant Jordi: libros y rosas, también para nosotros. Se conmemora la muerte de tres grandes escritores: Miguel de Cervantes, Garcilaso de la Vega y William Shakespeare. Parándose a pensar, la vida es como una obra digna del dramaturgo británico, se trasunta con cualquiera. Uno cuenta sus historias tantas veces, que al final pasa a formar parte de ellas.
No sé, ni por asomo, lo que nos motivó a estar cruzando el barrio de las letras, desvariando conversaciones sobre argumentos para una posible película, mirando los escaparates de las librerías y charlando sobre literatura contemporánea –por ejemplo-, sobre tu tierra, mi ciudad, nuestro café. Juntos, como dos desconocidos que se conocen bastante bien.
Tu libro, tu presente, lo llevo en mi chaqueta. La rosa te la debo, sólo por un momento. Como tantas otras cosas. Esta mañana se nos quedaron las palabras en aquel café, a media mañana. En el café de nuestra juventud. En aquel que amparaba y escupía –a la vez- a las calles de algún barrio de Madrid a los escritores desvalidos y a los poetas fracasados. Aquel lugar en el que, enfrente de ti, me perdí entre tus miradas, y juramos no fallarnos nunca el uno al otro, sin saber si seremos capaces.
Se me olvidó encima de la mesa –y me di cuenta tarde-, una libreta con algunas anotaciones. Siempre suelo llevar una, pero esta vez estoy preocupado: tenía esbozados en ella alguno de mis sueños. Espero que tú te hayas dado cuenta, y que pronto, cuando ya no busque encontrarla, y lleve tu rosa en la mano, me la confieras sonriente. Y espero que no seas parte de una de mis notas. Y si así fuese, que esa fantasía dejase de serlo en ese preciso instante. Siempre vuelvo a ti.

5 comentarios:

MoT dijo...

NO esperaba que se tornase así a la mitad del escrito.. pense que seria mas descriptivo o superficial y sin embargo, ahondaste en los rincones mas intimos.

Un final precioso.

Un besin

Unknown dijo...

Eh? Creia estar en pleno centro, podía oler Madrid...

No se como lo haces, pero gracias por el viaje.
un abrazo!

Loren dijo...

Me ha encantado este texto. Uno de los mejores que has puesto por aquí.

Un fuerte abrazo.

S. Vigara dijo...

Me encantan las canciones, textos, poesías...que hablen de Madrid. Y esta hace honor a mis preferencias!!! =)

Pongamos que hablo de Madrid

=)

Precioso! Feliz día del libro!

Jesús V.S. dijo...

María: Gracias por las palabras. A veces, intento ahondar, como tú dices, en mis rincones más intimos. Ya sabes. Un beso.

Diego: Gracias a ti por tus palabras. Me hace ilusión que hayas creado tu propio rincón. :D Un abrazo.

Loren: Amigo, sólo puedo agradecerte. No sólo estas palabras, si no tantas otras cosas... :D Un fortísimo abrazo.

Serly: Me alegro de que tenga esos privilegios. El día del libro, que a veces inspira. Ya ves. :D Un besazo.