Tres amigos amantes de los cuentos hablaban sentados en un banco de la ciudad. Entre ellos, no tenían mucho en común (distintos trabajos, motivaciones...), sólo una cosa: el amor al genero literario del cuento. Eso y una preocupación compartida; la decadencia del mismo en los últimos años. Cada vez que acudían a alguna librería a buscar algún ejemplar, la respuesta era un no, o simplemente el desconocimiento absoluto.
Esta fue la razón que les impulsó a crear una librería, pero no una librería convencional; la suya se dedicaría en exclusiva a los cuentos. Sí, una librería de cuentos. Para que no se pierdan en el más profundo olvido. Para salvar del paso del tiempo a Cortázar, Poe, Dickens o Borges... entre otros.
Y, ¿qué mejor nombre para una librería de cuentos que el de un propio relato? De esta manera, su particular recodo destinado a la literatura se llamaría Tres rosas amarillas, como el relato de Raymond Carver que recrea la muerte de Antón Chejov, otro flamante escritor de cuentos (y que también es recreado en el escaparate).
Así pues, el lugar elegido fue el céntrico barrio de Malasaña, cerca de la plaza del Dos de Mayo, en Madrid. Pienso, personalmente, que es fundamental mantener estos géneros y las librerías clásicas, en las que el librero sabía aconsejar pequeñas joyas al lector, y no eran las máquinas (con sus grandes bases de datos) las que almacenaban los relatos.
Esta fue la razón que les impulsó a crear una librería, pero no una librería convencional; la suya se dedicaría en exclusiva a los cuentos. Sí, una librería de cuentos. Para que no se pierdan en el más profundo olvido. Para salvar del paso del tiempo a Cortázar, Poe, Dickens o Borges... entre otros.
Y, ¿qué mejor nombre para una librería de cuentos que el de un propio relato? De esta manera, su particular recodo destinado a la literatura se llamaría Tres rosas amarillas, como el relato de Raymond Carver que recrea la muerte de Antón Chejov, otro flamante escritor de cuentos (y que también es recreado en el escaparate).
Así pues, el lugar elegido fue el céntrico barrio de Malasaña, cerca de la plaza del Dos de Mayo, en Madrid. Pienso, personalmente, que es fundamental mantener estos géneros y las librerías clásicas, en las que el librero sabía aconsejar pequeñas joyas al lector, y no eran las máquinas (con sus grandes bases de datos) las que almacenaban los relatos.
3 comentarios:
Acuerdate de recordarme que quiero ir... :)
En realidad, no queda mucho, y ella esperará.
un besin (K)
El príncipe féliz, Oscar Wilde.
Como tantas otras cosas, gracias a Loren.
Un beso muy grande.
y oye...tendrán al pequeño nicolás? :)
Publicar un comentario