El último bocado a la vida. Así lo sintió cuando en la noche gélida le dijo adios y se marchó, mientras él mordía su verde manzana ácida. Esas a las que llaman "dulces princesas". Curiosamente, esa noche ella vestía de verde... Pocas horas después, estaría delante de la pantalla de su ordenador escribiendo algún desatinado texto, que sólo a ojos de unos pocos, sería algo más que un parrafo lleno de palabras sin sentido.
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