martes, 11 de marzo de 2008

Caramelos

Se acabaron. Se comió la última golosina, saboreándola hasta el último resquicio que quedó de ella. Ahora le quedaba un largo día por delante, y no tenía ni una sola más. Le encantaba el contraste de colores que producían estas en su bolsa transparente. Adoraba tener siempre algunas en su bolsillo para cuando tuviera un momento de respiro. Salió a la calle. "Encontraré un dispensador" -pensó-, mientras se encendía un pitillo, y emprendió su camino en busca de la felicidad, y de esas pequeñas golosinas.

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