¿Es posible eso que dicen de vivir de ilusiones? Yo creo que cuando alguna se convierte en una realidad. En cualquier momento puede llegar un destello de ilusión a tu monotonía, con cualquier movimiento extraño en el tablero.
Después de bailar toda una noche, un beso que se escapa a la salida de una discoteca, sin que nadie sepa por qué, sin explicaciones que darle, y vuelves a tu casa con otra cara, con la cara de la ilusión pintada de oreja a oreja y recuerdos de los colores de sus ojos de color verde arenoso y sus labios pintados de carmín, por ejemplo. Y en muchas ocasiones más. Terminas de leer un pasaje en el libro que tienes en tus manos, y te identificas con el personaje, y a la protagonista la identificas con ella, o al amigo con el tuyo, y te das cuenta de que tu vida también puede ser literatura, al menos por momentos.
Un lunes a las tres de la madrugada en un coche, solos tú y yo, empezando a conocernos, mientras la ciudad ya duerme. Tu dedo señala la ventana en la que te imagino las noches lluviosas, mirando a la calle del pasado, tal vez. Para la próxima vez que vengas, dices, y sonríes. Ilusión. Eso supone que pensaste en que volviese. Ahora dudo, no sé si lo que estoy describiendo es una realidad o un burdo sueño que se esfumó al abrir mis ojos en la mañana, tendrás que aclarármelo. Sólo sé que las ventanas tenían el cerco de color añil y que me encantó mirarte durante esos minutos.
De ilusiones se puede vivir, sí, pero cuando tienes la certeza de que alguna va a cumplirse. De hecho, así es como sobrevive el ser humano, por la ilusión del futuro y de las perspectivas.
Después de bailar toda una noche, un beso que se escapa a la salida de una discoteca, sin que nadie sepa por qué, sin explicaciones que darle, y vuelves a tu casa con otra cara, con la cara de la ilusión pintada de oreja a oreja y recuerdos de los colores de sus ojos de color verde arenoso y sus labios pintados de carmín, por ejemplo. Y en muchas ocasiones más. Terminas de leer un pasaje en el libro que tienes en tus manos, y te identificas con el personaje, y a la protagonista la identificas con ella, o al amigo con el tuyo, y te das cuenta de que tu vida también puede ser literatura, al menos por momentos.
Un lunes a las tres de la madrugada en un coche, solos tú y yo, empezando a conocernos, mientras la ciudad ya duerme. Tu dedo señala la ventana en la que te imagino las noches lluviosas, mirando a la calle del pasado, tal vez. Para la próxima vez que vengas, dices, y sonríes. Ilusión. Eso supone que pensaste en que volviese. Ahora dudo, no sé si lo que estoy describiendo es una realidad o un burdo sueño que se esfumó al abrir mis ojos en la mañana, tendrás que aclarármelo. Sólo sé que las ventanas tenían el cerco de color añil y que me encantó mirarte durante esos minutos.
De ilusiones se puede vivir, sí, pero cuando tienes la certeza de que alguna va a cumplirse. De hecho, así es como sobrevive el ser humano, por la ilusión del futuro y de las perspectivas.
4 comentarios:
Una ilusión eterna, o por lo menos, que renace a menudo en el alma, está muy cerca de ser una realidad. (André Maurois).
La madre de Ana. Un saludo.
Lo que es seguro es que es imposible VIVIR sin ilusiones... con la boca pequeña a lo mejor, pero no es lo mismo.
Nos vemos pronto, amigo! Un abrazo!
Las desilusiones a veces nos matan un poco, pero las ilusiones nos hacen vivir de manera tan intensa que es imposible pensar que no compensan.
Espero que esos ojos de verde y arena te digan que sí.
A la madre de Ana: Simplemente es una delicia para mí que te pases por aquí a leer de vez en cuando. Me encantó la cita.
Leteo: Es imposible amigo mío, completamente. Yo lo creo también.
Sunrise: Bueno, los ojos verde y arena eran metafóricos, pero espero que los reales, aunque no de ese color, también digan que sí. ;-)
Gracias por seguir viniendo. =)
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