Siento la escasez de entradas del verano, pero es que Agosto en ocasiones quita hasta las ganas de escribir. Sólo me deja ganas de agua helada, piscina de vez en cuando, cervecita fresca y alguna buena serie o lectura con las que pasar las interminables horas de sol, hasta poder salir a la calle. Precisamente regreso aquí tras una semana para hablar de dos lecturas fáciles de digerir para este tiempo.
La primera, del incombustible Paul Auster, en la que me parece que seguramente sea una de sus mejores obras -no puedo asegurarlo puesto que sólo conozco la misma y Brooklyn Follies, pero apunta a que así es. Parto de la afirmación de que me considero un entusiasta del autor y de su prosa tan sencilla, o que al menos así parece, y con tan buen resultado.
Mr. Vértigo es fascinante, sin más. Una novela que trata sobre multitud de temas de la vida, y que se puede reducir a dos palabras: "Una vida". Y, por supuesto, todo lo que esa vida contiene: sueños, fracasos, éxitos sin precedentes, amor, duelo, pérdidas, muerte...
Con el sueño de volar, como tema central, un viejo recuerda su vida al lado del maestro Yehudí, un judío húngaro que recluta al niño con la promesa de enseñarle a volar antes de que cumpla trece años. Auster habla como nadie de sueños y de aspiraciones, y además trata el ascenso y fracaso, la vida y la muerte, con una prosa excelente.
Quizás, aunque no sé si lo pretendería, la novela se convierte en una especie de reflejo de la historia de los Estados Unidos -la Depresión, la época de los gangsters de Chicago, el Ku Klux Klan, la Segunda Guerra Mundial, etc-, a través de las peripecias de Walt y sus relaciones con el resto de personajes, Aesop, madre Sioux, la señora Witherspoon y el resto de ellos.
Una lectura, como dije arriba, muy fácil de digerir, con una historia realmente lírica. Vida.
Por otra parte, la obra cumbre de Art Spiegelman, galardonada con el Premio Pullitzer- el único cómic que lo ha conseguido hasta el momento-, en la que el autor cuenta mediante la historia personal de su padre, el horror del nazismo.
Pese a no ser muy fan del cómic, esta lectura me ha entusiasmado de principio a fin, si bien el principio me resultó algo espeso y lento. Merece la pena.
Hasta aquí podría resultar típica -otra obra más sobre el nazismo y el pueblo judío, lo de siempre-, pero la novedad radica en la manera de contar de Spiegelman. En sus viñetas, los alemanes adquieren la apariencia de gatos, mientras que los judíos, perseguidos y masacrados durante la Segunda Guerra Mundial, toman apariencia de ratones. Destacaría también la inclusión de los cerdos, como la nacionalidad polaca. "Como el gato y el ratón", que dicen nuestras abuelas en multitud de ocasiones.
Art Spiegelman aprovecha este juego de apariencias para dar un dramatismo especial a su historia y hacerla diferente al resto. Durante las casi trescientas páginas del libro, probablemente no aprendas nada que no supieses ya, pero seguramente te entusiasme leer cómo los ratones hablan de amor, de supervivencia y de todo lo que se vivió en aquellos años.
Una buena memoria para el padre del autor, ya que su idea era captar su imagen en las páginas, y creo que lo consigue bastante bien. Si tenéis oportunidad, empezad a leerlo.
La primera, del incombustible Paul Auster, en la que me parece que seguramente sea una de sus mejores obras -no puedo asegurarlo puesto que sólo conozco la misma y Brooklyn Follies, pero apunta a que así es. Parto de la afirmación de que me considero un entusiasta del autor y de su prosa tan sencilla, o que al menos así parece, y con tan buen resultado.
Mr. Vértigo es fascinante, sin más. Una novela que trata sobre multitud de temas de la vida, y que se puede reducir a dos palabras: "Una vida". Y, por supuesto, todo lo que esa vida contiene: sueños, fracasos, éxitos sin precedentes, amor, duelo, pérdidas, muerte...
Con el sueño de volar, como tema central, un viejo recuerda su vida al lado del maestro Yehudí, un judío húngaro que recluta al niño con la promesa de enseñarle a volar antes de que cumpla trece años. Auster habla como nadie de sueños y de aspiraciones, y además trata el ascenso y fracaso, la vida y la muerte, con una prosa excelente.
Quizás, aunque no sé si lo pretendería, la novela se convierte en una especie de reflejo de la historia de los Estados Unidos -la Depresión, la época de los gangsters de Chicago, el Ku Klux Klan, la Segunda Guerra Mundial, etc-, a través de las peripecias de Walt y sus relaciones con el resto de personajes, Aesop, madre Sioux, la señora Witherspoon y el resto de ellos.
Una lectura, como dije arriba, muy fácil de digerir, con una historia realmente lírica. Vida.
Por otra parte, la obra cumbre de Art Spiegelman, galardonada con el Premio Pullitzer- el único cómic que lo ha conseguido hasta el momento-, en la que el autor cuenta mediante la historia personal de su padre, el horror del nazismo.
Pese a no ser muy fan del cómic, esta lectura me ha entusiasmado de principio a fin, si bien el principio me resultó algo espeso y lento. Merece la pena.
Hasta aquí podría resultar típica -otra obra más sobre el nazismo y el pueblo judío, lo de siempre-, pero la novedad radica en la manera de contar de Spiegelman. En sus viñetas, los alemanes adquieren la apariencia de gatos, mientras que los judíos, perseguidos y masacrados durante la Segunda Guerra Mundial, toman apariencia de ratones. Destacaría también la inclusión de los cerdos, como la nacionalidad polaca. "Como el gato y el ratón", que dicen nuestras abuelas en multitud de ocasiones.
Art Spiegelman aprovecha este juego de apariencias para dar un dramatismo especial a su historia y hacerla diferente al resto. Durante las casi trescientas páginas del libro, probablemente no aprendas nada que no supieses ya, pero seguramente te entusiasme leer cómo los ratones hablan de amor, de supervivencia y de todo lo que se vivió en aquellos años.
Una buena memoria para el padre del autor, ya que su idea era captar su imagen en las páginas, y creo que lo consigue bastante bien. Si tenéis oportunidad, empezad a leerlo.
2 comentarios:
Auster tiene un estilo muy marcado, creo que o te gusta o lo detestas, cuando leí Trilogía de Nueva York (casi por estas fechas hace un año), hubo dos de los relatos que me entusiasmaron; y otro que lo detesté por su lentitud. Creo que lo mismo le pasa a Bukowski, con ese estilo irreverente y destructivo, aunque Auster se pinta más grande en el panorama literario. Personalmente creo que se pasa de ego, siempre retratándose sin lejanía alguna.
Pero de todo se aprende.
Tengo que echarle una ojeada a Maus, que me has dejado con la intriga del enfoque.
No tiene nada que ver ni con el estilo, ni con el temario, lo que tienen en común quizás es el término novela gráfica pero te recomiendo como un cómic muy curioso "Caricatura" de Daniel Clowes; tiene unas historias asquerosamente geniales porque su gran poder son sus personajes.
Oye que me encantan tus reseñas, a pocos les salen tan bien (y tan poco repetitivas) y por cierto, no pretendía hacer una oda a la alcantarilla, simplemente llevo un año observando el mismo punto como si hubiese descubierto un planeta y me da pena abandonar el análisis majadero.
De cloacas, alcantarillas, agujeros y suburbios escribieron muy bien Kerouac y Ginsberg, mi asunto al lado de los subterráneos quedó en una mera sombra anecdótica.
Aquí deberían poner límite de palabras :P
Un beso.
Dos joyitas, desde luego.
Te voy a recomendar otra: "El fin de la aventura" de Graham Greene.
Un abrazo.
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