Hace una noche maravillosa. Me encanta pasear este tipo de noches, en compañía. Al final acabamos sentados, en el césped, hasta un momento de la madrugada, corta, y tan larga a la vez. A veces se necesita hablar, simplemente hablar, no sabemos de qué, ni con quién, ni con qué propósito. Solamente lo necesitamos. Para sentirnos mejor.
Así, en el césped nos alcanzó la noche, después de andar persiguiéndonos durante unas cuantas horas. Tras sentarme y acariciar la textura verde del suelo, te miré, amiga. Y allí estaban, por si dudaba, los ojos más celestes que haya conocido jamás, a mi lado. Pero no siempre que cambiaba mi vista eras tú la que estaba sentada a mi izquierda. La memoria me ha jugado malas pasadas en algún momento. Al girarme a mirarte mientras me hablabas, en algunos momentos, esta noche, la he percibido a ella. Pero no era un recuerdo triste. Los ojos azules se han revestido verdes: habitualmente las pretensiones de hablar sin tener mucho que decir me las curaba aquella. No es que la persona que estaba hoy conmigo -tú, amiga- sea peor ni mejor, no, nada de eso; simplemente era otra.
El silbido de la noche, en ese lugar que a partir de hoy será el lugar de nuestra amistad, más allá de cualquier cosa; me devuelve imágenes de un pasado no muy distante en el que también estabas tú, que ahora estás junto a mí. Un pasado del cual huyo, cobarde, o así al menos lo intento a veces. Imágenes de nuestra felicidad, de tristeza, de la nostalgia, aquella alegría sin razón, o simplemente de noches como esta, en las que hablaba sin tener nada que contar, sólo por el hecho de liberar palabras, y con ello la tristeza inherente de tu probable partida.
Por si fuera poco, mi amigo -nuestro amigo- hoy punteó varias veces en su guitarra Dust in the wind; y su rasgueo me asaltaba la lucidez inevitablemente, haciendo el recuerdo todavía más notorio. Preciosa melodía, y preciosas palabras que no podía parar de tararear, con la torpeza invariable, por mi parte, en esta destreza. La noche se desnuda ante nuestra atónita mirada, el ambiente es hechicero, y nosotros, solos, seguimos charlando, de nada y de todo a su vez. De vez en cuando el viento sopla y parece que intenta decirme algo. He intentado poner todos los sentidos en intentar descifrar su mensaje. El viento me trae polvo, polvo de su recuerdo. Dust in the wind...
sábado, 2 de mayo de 2009
Polvo en el viento
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6 comentarios:
eres capaz de hacerlo película
de hacerme ver lo que no he visto
ni oído! ni sentido!
genial hermano!muy sensitivo
Que decir, amigo, que no te haya dicho ya...
Solo me queda confirmarte que si puede ser ese nuestro lugar para parlar. Porque hoy yo también necesitaba hablar de cualquier cosa pero hablar.
Ha sido un placer estar este rato contigo.
Un beso enorme
hablar...porque ago te come por dentro..hablar..no sabes de que, ni como...;)contandocuentos, me gusta este post!!!! besos!
Definitivamente precioso.
No encuentro las palabras. Se las habrá llevado el viento.
=)
Precioso texto
Preciosa canción
Increible ;)
Zow: Gracias por tanta buena palabra hermano.
Bea: Suscribo cada palabra. :)
Uxi: Hablar, simplemente hablar, tú sabes.
Serly: Se las habrá llevado alguien, sí... Un beso.
¡Lauren! ¡Qué alegría! :D
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