domingo, 22 de marzo de 2009

La escala

Suena una melodía de guitarra a lo lejos, aunque a la vez suena próxima. Me encuentro en un horizonte verdoso, dentro de un paraje urbano. Es un parque, resto de otra época, en la que los espacios abiertos dominaban sobre los grandes edificios. Después se establecería una guerra abierta entre ellos, que ganarían las hordas del ejército gris de las urbes. Mis manos se mueven. Soy yo el que está tocando la guitarra.
Uno de los mejores legados que dejará nuestro país en la historia universal. Siete acordes mayores, que pueden simbolizar los siete pecados capitales, o los siete días de una semana. Do. La canción sigue sonando, segundos antes en mi mente, después en mis manos, para finalmente roncar en la caja de resonancia de madera parda. Re. Mi amigo -aunque sólo le falta la consanguinidad para ser hermano- dice que los acordes menores son más tristes que los mayores; que suenan a nostalgia pura. No le falta razón.
Yo, en contraste, suelo pensar que este instrumento adopta actitudes humanas en algunas ocasiones. Por ejemplo, el Fa Mayor se arranca colocando tres dedos: corazón, anular y meñique, muy juntos, pulsando algunas cuerdas, mientras que el dedo índice se coloca oprimiendo todas las cuerdas -en cejilla- en el traste de la izquierda, como si protegiese al resto, en actitud familiar, de cualquier inclemencia proveniente de Poniente o de la irradiación del astro Sol.
La armonía surge de una idea. No obstante, hay algunas obras que hacen fluir las ideas. Canciones como Entre dos aguas, hacen que el interruptor que activa mi imaginación se accione. Supongo que será por la relajación mental que me produce escucharla.
. Lo reconozco, paso las horas muertas abrazando la guitarra. Se llama Rocío, o eso pone en su ombligo, como tatuado, en su caja de resonancia. Me entusiasma sentarme en el césped húmedo, rodeado de mis amigos músicos, y de los no músicos, aunque artistas también, y acariciar las cuerdas, sin más. Y cantar al compás de la guitarra. Aunque los acordes menores siempre suenan más tristes.
Ahora sólo queda decirte que puedes venir cuando quieras, porque, como siempre dirá Pepe Rubianes, están todos, sólo faltas tú. Lo siento, tengo que marcharme: hoy es el cumpleaños de mi madre, y este año está más radiante que nunca.
Do...

5 comentarios:

Pablo Álvarez dijo...

Precioso teto amigo. Aunque el texto no fuera precisamente de esto me encantó la frase que hablaba sobre la batalla entre naturaleza y ciudad.
Felicita a tu señora Madre.

Un abrazo

S. Vigara dijo...

...

oí música mientras lo leía.

...

notas que crean textos...

qué mágico, alguna musa debió aprender a tocar la guitarra con esto. =)

Leteo dijo...

Precioso "teto", Pablo? Madre mía... XD
Un abrazo!

Ari Schreiber dijo...

Me esperaba todo menos el cumple de tu madre. Felidades para ella. Muack Muack

Beatriz Cuesta Pérez dijo...

para no variar, impresionante.

y lo dicho aprender flamenco y me bajo un dia las castañuelas XD.

me lo vuelvo a leer XD

un beso peque!