martes, 15 de junio de 2010

Soñaba...

Soñaba con un viaje en tren. Nada más abandonar Vicálvaro divisé el parque de los siete cerros, aunque en mi imaginación aparecía más frondoso de lo que realmente es. Y, además, era atravesado por caminos de arena que tampoco están tal cual en la realidad. A mi lado viajaba una muchacha que repasaba algunos apuntes a última hora. No alcancé a ver las directrices de la asignatura que leía.

En un momento puntual, me fije de pronto, entre la rapidez, en una chica que se arrodillaba en la tierra, envuelta en un desconsolado llanto, besaba una foto y la enterraba en esa arena del parque. Y la enterraba, igual que la enterraría yo, si ella se fuese. Y es que, en ese extraño mundo que es el de los sueños, mi vista alcanzaba a ver quién estaba en esa foto. Era su madre, con dedicatoria incluida.

Y lloraba desconsolada. No era para menos. Y a mí, dentro de ese mundo imaginativo, me abordó una pena tremenda que no podía casi contener. Me desperté sobresaltado. Y entonces descubrí que por estas fechas se cumple el ciclo y que no tengo motivos para estar triste. Su foto está en mi estantería y en pocos minutos escucharé su voz al otro lado del teléfono. Todo está bien. Todo fue sólo un mal sueño.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A veces los sueños nos jeugan malas pasadas, a veces despertar es....respirar.
Besos.
La madre de Ana

Ana Castro dijo...

Me gustan tus "microrrelatos"/fragmentos de vidas propias y ajenas. Buenas atmósferas. Las sensaciones se palpan.

Ya sabes. Te sigo.
Un beso.