lunes, 7 de diciembre de 2009

Dulce introducción al caos

Últimamente no escribo como antes. Y si lo hago, no creo que nada merezca la pena para estar aquí y que lo lea cualquiera. Lo cierto es que paso las horas en las que no estoy con nadie, encerrado en mi cuarto con mis guitarras. Mi vida se está convirtiendo poco a poco en un concierto acústico en el que una voz solista le canta a alguien que ni siquiera se detiene a escuchar un segundo. Una pequeña sonata en Mi menor.

No sé. No son pocas las veces en las que he pensado en dejarlo todo y cogerla a ella y la carretera y salir de aquí. Rumbo lejos de cualquiera. Pero siempre ha existido algo que me retuviese aquí en esta ciudad: un grupo de gente al que aferrarme, una alegría rubia y cómplice; la fotografía, mi hermano pequeño o una canción que compartir con alguien en las tardes de frío y café. Hoy ya no, nada de eso parece existir; la canción es posible que haya terminado y no vuelva a sonar más, y si lo hace, no veo la persona con la que compartirla. Sí, la música también se muere a veces, aunque siga sonando. Son esas pequeñas cosas las que, al final de todo, nos atan a la existencia.

A mí hace tiempo se me desató esa cuerda, y eso que, yo pensaba, era de doble nudo, y creedme que, en ocasiones, se agradece y mucho; pero esa libertad ficticia me hace no saber muchas veces qué camino tomar. Y convierto todo en una noria en la que en un instante me encuentro solitario y al siguiente dentro de un círculo al que sentir que pertenezco. Un minuto antes pensaba en que todo vale nada y al siguiente la sonrisa de una niña pequeña en el tren me hace pensar que no, que es maravilloso y sólo hay que pararse a contemplarlo. Y la estancia no para de ordenarse y desordenarse.

En este último mes lo he reflexionado mucho. Abandonar a este cuentacuentos que intentó desde siempre trasladar historias y pequeñas miradas a quien pasase a leer, no sabría determinar con qué éxito. Pero nunca se tiene la certeza de algo. Nada en la vida es de una manera tan concreta que no deje lugar al cambio. Al revés, todo son aproximaciones. A mí me gustaría muchísimo poder llamarme poeta, músico, escritor, artista o fotógrafo, pero no puedo considerarme todo eso. Ni siquiera creo que pudiese considerarme ninguna de esas cosas por si solas. Sólo una aproximación, o algo parecido. La eterna manía de intentar tratar todos los ámbitos, para terminar por sólo acariciar un poco su piel, sin llegar a profundizar en nada.

De la misma manera siempre que había tentado la posibilidad de hacerlo, de abandonar todo esto, algo había hecho que me quedase un rato más. Igual que me ocurre con esa idea de escaparme de aquí y cambiarlo todo. En este caso también existe. Y si no lo he hecho ya ha sido gracias a ella, la que siempre estuvo aunque no hablase. La que siempre supo, aunque desapareciese. Los ojos que siempre sabían que algo estaba mal sólo con una visión panorámica de mi estado de ánimo. Ella, que puede hacer que me enamore con sólo un roce de su nariz fría en mi cuello. Aunque, siento, hasta ésta vez eso es diferente.

Pese a esto, todo está bien, en su orden, en su dulce introducción al caos. Así que, por si abandono en su camino al cuentacuentos, lo siento y gracias por la función. Permaneceré tumbado debajo de la lluvia de este otoño, esperando.

10 comentarios:

Loren dijo...

No se te ocurra quedarte todo el tiempo sentado bajo la lluvia de otoño. El agua emborronaría las letras y no podríamos leerte.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

No abandones al cuentacuentos, él se quedará triste y los demás perderemos la oportunidad de leerte, los cinco minutos de leer lo que escribes y reflexionarlo un ratito para recrearlo después son un respiro cada dia, no nos dejes sin eso. Un beso. La madre de Ana.

MoT dijo...

Ya sabes lo que pienso. Ahora no me dejas otra que hablar para decirtelo...

Un beso escritor

Anónimo dijo...

Mi niñoooo¡¡¡¡ i like it...eres un grande i lo sabes. me encanta meterme por aki y leerte un rato..ERES UNICO.

sabes que no dejaras esto...pues ai estare para darte capones si lo haces...
love U

Sunrise dijo...

Esta entrada, como todas las tuyas, que a veces no comento por puro pudor, es tan buena y me hace sentir tanto que creo que en ella misma está la razón para que no abandones este pequeño rincón. Claro, que te lo pido de manera totalmente egoítas, es cierto. De manera generosa, podría darte mil consejos, pero no creo que te sirvieran de mucho. Sólo, noto al leerte que merece la pena seguir andando por las calles pensando que uno comparte mundo y espacio con algunas personas sensibles. Gracias por hacerme creer que es así.
Muchos besos y hagas lo que hagas, mucha suerte.
También un poco de música.
http://www.youtube.com/watch?v=xjivo05yE44

Enrique dijo...

Cuando Dios (o X) le da un don a alguien, también le da un látigo. Y éste es únicamente para autofustigarse.
Pero si los dones existen es porque también son necesarios. Ánimo, no lo dejes.

Beatriz Cuesta Pérez dijo...

Seria una lastima que este blog se cerrara. Quizás los que te escribimos aquí somos algo egoístas en pedirte que no lo cierres, pero sabes que es siempre un placer leer algo de este blog.
Eso que dices “A mí me gustaría muchísimo poder llamarme poeta, músico, escritor, artista o fotógrafo, pero no puedo considerarme todo eso.” Todo no te puedes llamar, pero te puedo asegurar que escritor sí. Todos los que te seguimos hemos reído o llorado con tus textos.
Animo, pequeño, no lo dejes, hazlo por tus lectores


un besazo !

n dijo...

No es fácil encontrar un camino, pero en esa aproximación a la incertidumbre no se pueden borrar las pisadas, ni detener los motores. El movimiento se demuestra andando.

Mira a todos los que andan por aqui, del primero al último están en contra del derribo.

Un beso.

artistalight dijo...

Qué sería del mundo sin los cuentos...y sin quien los contase, aún debemos agradecer a la tristeza y a la desazón, pues ellas permiten que el escritor nos regale hermosas reflexiones :)

Jesús V.S. dijo...
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