martes, 6 de abril de 2010

4 - Abril - 2010

4 de abril de 2010.

Últimamente se ha instalado en mí una vena castiza que no entiendo de dónde viene ni a dónde me lleva. Aunque siempre me ha encantado la ciudad, me intereso por todo lo que tenga que ver con Madrid mucho más que antes. Igual es que los programas incansables sobre el centenario de la Gran Vía me han saturado tanto, que han acabado surtiendo efecto; pero el domingo después de pasear por allí y darnos cuenta de que era el día del aniversario me embriagué de una sensación extraña de bienestar que, lógicamente, también tenía que ver con mi compañía.

Incluso el sol parecía atardecer más bonito al llegar a Debod, como si no quisiera irse, pero nadie hubiese llegado a tiempo para gritar que se quedase con nosotros. O como si quisiese brindarnos una temporal morada de la que no quisiésemos marchar.

Todo luce, a menudo sin explicaciones ni porqués. Quizás Miguel Hernández también sintiese algo así un día, ahora que también es veterano.

4 de abril - 6 de abril de 2010

No hay comentarios: