jueves, 7 de enero de 2010

El beso de Mata Hari

Contaban aquellos que lo habían visto que frente al pelotón de fusilamiento se presentó sólo ataviada con una especie de abrigo de piel, sin nada debajo, tan sólo su seductor y exótico cuerpo. Algunos soldados, incluso, pidieron que les vendasen los ojos para poder ejercer su macabro trabajo. Otros lo hicieron con la cara al descubierto. Segundos antes de los disparos, la mujer, Mata Hari, desabrochó la gabardina, dejó su cuerpo al descubierto y, por si esto fuese poco, lanzó un beso al pelotón de justicieros. De un cuerpo de élite de una docena de soldados, tan sólo cuatro balas alcanzaron el blanco. El resto se perdieron en la inmensidad del bosque denso de aquel octubre parisino.

Algunos no llegaron a disparar su arma. Ese beso les paralizo el sentido, cuentan hoy. El beso de Mata Hari. La leyenda de la femme fatale. Un beso capaz de seducir hasta al cañón de aquellos enviados de la muerte. Una de las cuatro balas que la alcanzaron la partió el corazón, literalmente, en dos y le dio muerte al instante. Murió con los labios pintados. Unos labios que siempre recordarían aquellos mercenarios a los que dedicó el último beso.

*****

Como yo los tuyos. Ayer tu rostro y el mío se detuvieron a unos centímetros uno del otro. Y instintivamente ocurrió. Porque, sin más, tenía que ocurrir. Y tanto tú como yo lo sabíamos desde días atrás. La mayoría de las veces no podemos predecir nuestra vida más allá del siguiente minuto, y realmente puede que eso sea lo mejor de ella. Pero yo también me quedé paralizado durante bastante parte de la noche. Igual que aquellos soldados, a los que el beso ni siquiera llegó a rozar levemente; yo, ahora, recuerdo. Y a mi cabeza llamó varias veces también la imagen del rastro de tus labios, levemente teñidos de rojo, sobre la taza del café que estabas tomando por la tarde.

Tus ojos cerrados, y al fondo, aquellos cristales empañados y la noche tan profunda.

8 comentarios:

Enrique dijo...

Joder, muy bueno Txetxu, me encanta.
Todos necesitamos momentos de esos.

Sunrise dijo...

No iba a comentar porque ya te he dicho muchas veces que escribes también que cualquier cosa me parece cutre, pero ya puestos...Recuerdo una frase que me gusta desde que era una quinceañera: "El sonido de un beso no retumba tanto como el de un cañon, pero su eco dura mucho más."

Preciosa entrada.
Un besito.

Loren dijo...

Te firmé ayer por la noche y el comentario no se quedó.
Me gusta mucho esta entrada, cómo aprovechas el final de la historia de Mata-Hari para contar lo que, posiblemente, sea el comienzo de la tuya.
Un abrazo y mucha suerte.

Sunrise dijo...

Lo siento, mi comentario quedó manchado por un "también" donde debería decir "tan bien". A veces pasan estas cosas. Y por suerte, otras :)

Anónimo dijo...

Me gusta mucho, poco mas que decir. bueno, si, que el libro que tienes como recomendado es maravilloso, a mi me gustó muchisimo. besos. la madre de ana.

n dijo...

Ha quedado muy bien tejida una historia con la otra. Me ha gustado mucho, ambas historias son preciosas.

Un beso.

Anónimo dijo...

El libro al que me refería es : Seda. La madre de Ana, lo de anónimo es porque no tengo otra forma de enviar el comentario. Besos Txetxu.

Jesús V.S. dijo...

Enrique: Muchísimas gracias. Yo creo que de vez en cuando al menos sí. Un beso.

Sunrise: Buen apunte el de tu frase. Pero ese eco es precioso. A veces... Un beso como un cañón. ;-)

Loren: Muchas gracias por seguir aquí siempre. Es importante. =) Un abrazo grande.

Anónima: Me sigue haciendo tanta ilusión que pases por aquí... Seda es una pequeña joyita. Me encantó, y me esperaba mucho menos de él. Tendré que averiguar si Anita lo leyó ya y si no recomendarselo, jeje. ;-)

Lucía: Muchas gracias nuevamente por tus palabras. Tenemos que tomar un café un día. Un beso.