En algunas ocasiones una vida puede resultar suficiente historia para una novela. Sobre todo en el caso de la literatura francesa. Así lo demuestra Patrick Modiano en su café de la juventud perdida, en el que nos lleva a seguir el rastro de Louki, una muchacha que transitaba por el café Le Condé de París, durante todas sus páginas.
Modiano escribe con una sencillez y una dulzura envidiable, lo que hace que este libro, pese a no albergar una gran historia -ya dije que se trata sólo del rastro de Louki- se convierta en una lectura muy agradable y sencilla. Hay algunos escritores que sólo por su escritura merece la pena leer.
El café Le Condé, que a mi juicio, es el café de su juventud, se presenta como el típico café en el que se reunían los bohemios parisinos, los estudiantes y los poetas y escritores de la época. Un café impregnado de cultura y vanguardismo.
La novela además centra sus páginas en la búsqueda de identidad de la propia Louki, a lo largo de su historia, y indirectamente de todos sus acompañantes, aportando además un fuerte poso sobre la memoria y su actuación en nuestra mente.
Como ya dije, la escritura es muy buena; resalto un episodio del principio en el que el narrador acude a dialogar con un hombre a su casa y al salir se imagina como se sentará en el sillón sin ganas, encenderá la tele por recibir algo de compañía y pensará en su mujer, que ya no está en aquella estancia. Un pasaje realmente bello, como algunos de los que encontraréis en este libro.
Merece la pena pasar un rato con él, aunque como ya dije es muy francés en cuanto a la historia y su desarrollo. Como escuché decir a mi amigo, es un libro que sólo por el título y la fotografía de portada ya merece la pena tener, acompañado además de una buena escritura.
El café Le Condé, que a mi juicio, es el café de su juventud, se presenta como el típico café en el que se reunían los bohemios parisinos, los estudiantes y los poetas y escritores de la época. Un café impregnado de cultura y vanguardismo.
La novela además centra sus páginas en la búsqueda de identidad de la propia Louki, a lo largo de su historia, y indirectamente de todos sus acompañantes, aportando además un fuerte poso sobre la memoria y su actuación en nuestra mente.
Como ya dije, la escritura es muy buena; resalto un episodio del principio en el que el narrador acude a dialogar con un hombre a su casa y al salir se imagina como se sentará en el sillón sin ganas, encenderá la tele por recibir algo de compañía y pensará en su mujer, que ya no está en aquella estancia. Un pasaje realmente bello, como algunos de los que encontraréis en este libro.
Merece la pena pasar un rato con él, aunque como ya dije es muy francés en cuanto a la historia y su desarrollo. Como escuché decir a mi amigo, es un libro que sólo por el título y la fotografía de portada ya merece la pena tener, acompañado además de una buena escritura.
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