Siempre es más fácil aprender a hacer algo que desaprenderlo después. Solemos pasarnos la vida buscando cómo hacer una cosa, cómo conseguir lo que deseamos, cómo encontrar ese destino que, suponemos, está escrito para nosotros. Solemos hacerlo. Intentamos buscar todo esto en cada cosa que se nos viene a las manos o que acude a nuestro pensamiento. El amor en un café con hielo, la amistad en una película, una sonrisa en el momento más crítico.
Somos buscadores de similitudes a las que aferrarnos, de almas gemelas, tal vez. Si es que existen de verdad como dicen. Yo creí haber encontrado una vez la mía, puse todo mi empeño en conservarla; ahora me gustaría saber si es de verdad ella o no. Tratamos de cruzar cada mirada y denostar en ella todo lo que nos cruza la mente, todas nuestras inquietudes, las vicisitudes interminables del destino.
Sospecho que todos alguna vez tenemos que desaprender algo de lo que asimilamos, pese a que haya tareas y actividades en que prácticamente es imposible. Igual que cuando aprendes a montar en bici ya no lo olvidas, cuando recorres una ciudad siempre sabes situarte en el mapa, y marcar con una chincheta todos los recovecos que visitaste, o si miras detenidamente tus ojos es difícil que se olvide una mirada. Todas esas tareas pasan a engrosar nuestro patrimonio humano, atestado de actividades sin utilidad alguna, pero que conforman el ser humano en sí mismo.
No puedo, ahora no puedo olvidar lo que no aprendí nunca, no me pidas que haga eso, ni tampoco que delegue a otros fueros lo que sí me enseñaron alguna vez. Y no puedo olvidar que tengo algún café pendiente, contigo, que ahora leerás esto sin apenas saber de dónde proviene. Contigo, que lo leerás y pensarás cualquier cosa, y yo nunca llegaré a saber. Y con todos y cada uno de mis recuerdos vivos, entre miradas de café y palabras de lluvia.
Somos buscadores de similitudes a las que aferrarnos, de almas gemelas, tal vez. Si es que existen de verdad como dicen. Yo creí haber encontrado una vez la mía, puse todo mi empeño en conservarla; ahora me gustaría saber si es de verdad ella o no. Tratamos de cruzar cada mirada y denostar en ella todo lo que nos cruza la mente, todas nuestras inquietudes, las vicisitudes interminables del destino.
Sospecho que todos alguna vez tenemos que desaprender algo de lo que asimilamos, pese a que haya tareas y actividades en que prácticamente es imposible. Igual que cuando aprendes a montar en bici ya no lo olvidas, cuando recorres una ciudad siempre sabes situarte en el mapa, y marcar con una chincheta todos los recovecos que visitaste, o si miras detenidamente tus ojos es difícil que se olvide una mirada. Todas esas tareas pasan a engrosar nuestro patrimonio humano, atestado de actividades sin utilidad alguna, pero que conforman el ser humano en sí mismo.
No puedo, ahora no puedo olvidar lo que no aprendí nunca, no me pidas que haga eso, ni tampoco que delegue a otros fueros lo que sí me enseñaron alguna vez. Y no puedo olvidar que tengo algún café pendiente, contigo, que ahora leerás esto sin apenas saber de dónde proviene. Contigo, que lo leerás y pensarás cualquier cosa, y yo nunca llegaré a saber. Y con todos y cada uno de mis recuerdos vivos, entre miradas de café y palabras de lluvia.
5 comentarios:
"Todas esas tareas pasan a engrosar nuestro patrimonio humano, atestado de actividades sin utilidad alguna, pero que conforman el ser humano en sí mismo."
Muy emocionante en general y bello en particular.
Los humanos construímos nuestra torre de Babel con emociones, ¿quién puede negarlo?
Un beso.
:)
Un beso.
No consiste en olvidar si no en reaprender, siempre podremos aprender de nuevo.
Yo aprendo con cada texto tuyo ;)
Un abrazo!
Diego tiene razon, no consiste en olvidar, tenemos que aprender de esos errores, pero nunca olvides porque sino los volveras a repetir.
un Beso peque!
Lucía: Gracias por tus palabras. En estas últimas entradas busco siempre tu comentario cada vez que entro al blog. Me parece lo más interesante de este rincón.
Otro beso. :)
Diego: Me alegro de lo que dices. Pero la vida a veces nos obliga a desaprender, aunque luego reaprendamos. Un abrazo.
Bea: Lo mismo te digo que a Dieguito. Un besoo.
Creo que desaprender nos llevaría hacia el pasado cuando en realidad, aportas o sustituyes unas experiencias por otras mientras avanzas hacia el futuro... amontonandolas como en una torre... la torre de tu vida.
Todo llega :)
un beso
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