Leían.
Vislumbré un chico y una chica desde la ventana del autobús. Se abrazaban, se desabrazaban, se besaban, se desbesaban, Compartían el momento parcos y tímidos, igual que se rozaban sus manos. Pero me llamó la atención algo: leían.
Leían, sí, juntos, a veces uno en el hueco del hombro del otro, a veces separados. Leían desconsoladamente, tanto que por el rostro les resbalaban las palabras. Cada cierto tiempo uno de los dos miraba al otro y secaba las sílabas que se precipitaban por su cara o que se habían quedado en sus ojos formando vocablos de cristal ininteligibles.
Leían constantemente, gemidoramente… como si acaso fuese la última lectura que hacer juntos y tuviesen miedo de cerrar el libro, apagar la luz, y salir caminando cada uno en una dirección.
Leían como si la noche fuese a devorarlos al término de la página, en el último punto final. Cuando todo se vuelve más oscuro y el amo y señor de la noche es nuevamente el miedo.
Leían y me pareció que no querían mirarse el uno al otro en tales circunstancias, por eso se escondían y pensaban en silencio en el final de aquella historia. Como si aquel acto de leer fuese algo íntimo y estrictamente introspectivo, incluso para ellos.
Leían…
Nota: Puede cambiar el verbo leer por cualquier otro y comprobar el resultado del juego.
3 comentarios:
¡Sí señor!
¿Terminaste Los enamoramientos? Ya me dirás qué tal.
Abrazos,
L.
Tanto lees, Chechu, que se te olvida contestarme y actualizar :D
Abrazos con olor a tinta fresca.
Jajaja. O que entro aquí de pascuas a ramos... ;)
Sí, la terminé. Y me encantó, ya te dije. Es muy buena. Marías es difícilmente superable.
Gracias por tus comentarios, amigo.
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