Existe alguna ley de la física que enuncia que dos cuerpos se atraen con la fuerza correspondiente a la suma de sus pesos. Sin embargo, en mis habituales caminos de un lado a otro, no veo a muchas personas que caminen en pareja, y mucho menos con cercanía. Está en auge un mundo solitario y egoísta.
Supongo que el físico que enunció dicho principio, antes de hacerlo, sufrió un episodio de atracción violenta con algún otro cuerpo, colindante con el suyo. Un episodio de atracción inevitablemente parecido al que experimentan los protagonistas de El último tango en París. Posiblemente, también terminarían haciendo el amor en un piso de alquiler vacío. Para él, en aquel momento tuvo sentido el principio que se le vino a la cabeza. Para el resto de humanos no sirve.
Queda patente que no está de actualidad, precisamente. Salta a la vista. Si buscas un sitio en el vagón de un tren, al que acabas de subir, prefieres sentarte, solo, en un espacio para cuatro personas en el que nadie te importune en tu lectura, y donde puedas subir tus pies en el asiento de enfrente. Haced la prueba. Es así. Pero quién sabe si al despreciar esos asientos, en los cuales sí habría gente a tu alrededor, no estás dejando atrás a una persona maravillosa, a un potencial amigo o, incluso, al hombre o la mujer de tu vida.
Tal vez, lo correcto, ahora, sería reescribir dicha ley. Bastaría con incluir una simple aclaración, pues queda demostrado que los cuerpos no se atraen por si mismos. Sólo en algunas ocasiones concretas. Por lo tanto, el enunciado se asemejaría a esto: "Dos cuerpos se atraen, sólo en algunas ocasiones, con la fuerza correspondiente...".
Supongo que el físico que enunció dicho principio, antes de hacerlo, sufrió un episodio de atracción violenta con algún otro cuerpo, colindante con el suyo. Un episodio de atracción inevitablemente parecido al que experimentan los protagonistas de El último tango en París. Posiblemente, también terminarían haciendo el amor en un piso de alquiler vacío. Para él, en aquel momento tuvo sentido el principio que se le vino a la cabeza. Para el resto de humanos no sirve.
Queda patente que no está de actualidad, precisamente. Salta a la vista. Si buscas un sitio en el vagón de un tren, al que acabas de subir, prefieres sentarte, solo, en un espacio para cuatro personas en el que nadie te importune en tu lectura, y donde puedas subir tus pies en el asiento de enfrente. Haced la prueba. Es así. Pero quién sabe si al despreciar esos asientos, en los cuales sí habría gente a tu alrededor, no estás dejando atrás a una persona maravillosa, a un potencial amigo o, incluso, al hombre o la mujer de tu vida.
Tal vez, lo correcto, ahora, sería reescribir dicha ley. Bastaría con incluir una simple aclaración, pues queda demostrado que los cuerpos no se atraen por si mismos. Sólo en algunas ocasiones concretas. Por lo tanto, el enunciado se asemejaría a esto: "Dos cuerpos se atraen, sólo en algunas ocasiones, con la fuerza correspondiente...".
3 comentarios:
Muy buena la conexión de la ley física y la soledad actural. Que de textos se van escribir las tardes de los martes....
Un abrazo
te sientas conmigo en el vagon y me dejas leer tus libros de reojo?
me encanta caerme por aqui a leer preciosidades
sigue sigue sigue hermano! :D
Pablo: Se van a escribir muchos, muchos... Un abrazo.
Zow: Por supuesto que sí. Me siento contigo. Un abrazo, seguiré.
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